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La linterna mágica

1898

Las elecciones catalanas me han salido caras: tuve que pagar una comida a un amigo tras perder una apuesta sobre el número de escaños de un partido. Estas cosas me pasan por sellar apuestas en medio de un encendido vermú. El caso es que, debido seguramente a la apuesta, seguí con auténtico interés el escrutinio en Cataluña. En mitad del proceso pensé que, de consumarse la escisión de Cataluña, sería un trauma para España similar al de 1898, cuando se perdieron las colonias de ultramar y, con ellas, los últimos restos del Imperio español. Esos traumas, en todo caso, no se dan sólo a raíz de una separación: entre 1827 y 1833, Noreña perteneció al concejo de Siero, algo que aún escuece en la Villa Condal. Ahora que la Comarca del Nora vuelve de la tumba como un zombie de aquellos de George A. Romero, me pregunto por la reacción que habría de fusionarse ambos concejos de nuevo. En todo caso, ahora la capitalidad le correspondería a Noreña, ¿no?

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