Parece necesario que quienes no gritan se organicen de alguna forma para que se oiga su voz. Hago esta afirmación porque una persona esta semana me preguntó si existía en Pola de Siero alguna organización para la defensa de los Premios Princesa de Asturias. Me relató que él había estado en Oviedo manifestándose y que, aunque eran muchos más los de "a favor", gritaban mucho más los de "en contra". A uno, que en principio considera tan legítima una opinión como la otra, le preocupa que tendencias que se oponen a tradiciones, costumbres o formas de actuar consolidadas utilicen el chillido e incluso las instituciones para legitimar lo que en absoluto es acuerdo ciudadano mayoritario. Y terminan ahogando la queda voz de quienes estoicamente suelen aceptar los acontecimientos. Recientes payasadas a las que asistimos y que se reivindican desde una siniestra izquierda tienen harta a la mayoría de los ciudadanos. Cuando no se retiran símbolos monárquicos, se cambian costumbres en cementerios, se eliminan tradiciones o cosas peores. Para colmo se apoyan en legitimaciones políticas. Parece que urnas e instituciones fuesen instrumento para desorganizar la convivencia. Se necesitan altavoces.