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Cronista de Nava

Costumbres de Ceceda

El paseo hasta la estación del tren como única diversión para los jóvenes en algunos lugares

Ya lo dejó escrito, en su imprescindible "Ceceda, pequeña historia", aquel hombre sabio que fue Pin Ureta: "Durante muchos años, el andén de la estación fue el paseo de la juventud a la hora del paso de los trenes".

Yo, que nací a finales de los cuarenta del siglo pasado, mantengo vivo ese recuerdo, de cuando, los domingos, las mocitas de Ceceda, antes de acudir al Catecismo, que comenzaba a las tres de la tarde, se juntaban para bajar a la estación, en animado paseo.

Luego, ya en el andén, luciendo con garbo sus prendas más nuevas y vistosas, que remataban con la mejor de sus sonrisas, esperaban el paso del tren "de las dos", que venía de Oviedo, y "el de las tres", que se cruzaba con el anterior en Carancos. De aquélla, cuando una moza, o mozo, veía a la persona que le gustaba, se decía que "refrescaba".

Desde el punto de vista ferroviario, y tomando como referencia el Itinerario núm. 25, podemos decir que, allá por 1961, el Correo Regular núm. 3, que circulaba entre Oviedo y Llanes tenía fijada su llegada a Ceceda, apeadero, a las 14,22, mientras que el núm. 4, que lo hacía entre Llanes y Oviedo, se cruzaba en Carancos (14,27) con el anterior, para salir de Ceceda a las 14,32.

Una vez que ambos convoyes habían pasado, la mocedad, comentando sus cosas en alegre y bulliciosa camaradería, iniciaba el retorno hacia el pueblo, atravesando el puente de piedra y cruzando la carretera general para, subiendo luego por el carreterín, llegar al templo parroquial antes de las tres, hora de comienzo del Catecismo, al que acudía prácticamente todo el elemento joven de la feligresía.

Y es que, para la mayor parte de las mozas parroquianas, el "bajar a la estación" era, probablemente, la única diversión semanal que disfrutaban, especialmente a lo largo de todo el invierno. Porque el domingo terminaba, más o menos, cuando finalizaba el Catecismo, a las cinco de la tarde. Era época de muy escasos coches, algunas motos y muchas bicicletas.

De ahí la importancia que tenía, dentro del tiempo de esparcimiento de la juventud de aquel tiempo, el mencionado paseo. Y ocurre que, comentando precisamente este detalle con amigas que fueron mozas antes que yo, como Amparín y Petrina Caso, me dicen que, cuando los días eran más largos, había también costumbre de bajar al apeadero para ver pasar "los trenes de las siete". (El Tranvía núm. 5 llegaba a Ceceda, procedente de Oviedo, a las 18,54, y cruzaba en Carancos con el Correo núm. 6, de Llanes, que salía de Ceceda a las 19,03).

Hoy las cosas han cambiado, y todo eso es recuerdo, o historia. Que no habría sido la misma si, un lejano 13 de noviembre de 1891, no se hubiera producido la entrada en servicio del trayecto ferroviario Oviedo-Infiesto, a cargo de la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias. De modo que, el pasado viernes 13 de noviembre, se cumplieron 124 años de aquel acontecimiento, tan relevante para la zona.

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