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El cogollu

Hace 40 años

Sobre el aniversario de la muerte de Franco

¿Dónde estaba usted aquel 20 de noviembre de 1975? ¿Cómo se enteró de la muerte de Franco? Confieso que mirando atrás sin ira lo único que me alegró en aquel momento fue quedar tres días sin clase. Estábamos esperando la "guagua", como dicen en Canarias y en el puerto de San Isidro, delante de la Iglesia de San Bartolomé de Nava para ir al colegio, cuando alguien pasó y comunicó que había luto nacional por la muerte de Franco. Uno iniciaba la Transición de forma ordinaria, corriente, sin ninguna medalla democrática que ponerse en el pecho, ni siquiera de "oposición silenciosa". Es lo que tiene nacer en 1964. Aquel día en casa había incertidumbre mezclada con tristeza. En la peluquería entonces no se hablaba de política. Eso fue después, cuando don Blas, el párroco de Nava, se animaba a orientar el voto de los feligreses hacia Adolfo Suárez y se empezó a cantar lo de "habla, pueblo, habla".

Con 10 años y jugando en la plaza de Manuel Uría todo el santo día era difícil captar el oscurantismo del régimen. Gozábamos de libertad, y aunque alguna bofetada recibimos de la autoridad competente, creo que respondía más bien a los usos de la época por destrozar los parques y mobiliario públicos que a la represión política. El primero que me habló de los comunistas fue Ricardo, mi amigo Paco, el hijo del que después fue alcalde de Nava con el PSOE, Francisco Fernández Arenas. No recuerdo muy bien si antes o después de la muerte de Franco pero para mí resultó todo un descubrimiento. En una excursión a Les Praeres, cuando acabábamos de pasar Piloñeta, no se me ha olvidado nunca, en una curva del camino, antes de llegar a Prá en la falda de Peñamayor, me contó que su abuelo había sido un líder comunista en la República y en la guerra. Con once años aquello me sonaba a China y a la URSS, aunque ya pronto se llenaron las calles de banderas rojas y proclamas marxistas. Después, con los años y la curiosidad, escuché alguna historia del abuelo Luis que había hecho la guerra por Dios, por España y por el Rey, y la había ganado, pero tuvo que esperar a tal día como hoy, hace cuarenta años, para ver en el trono a Juan Carlos I. Y ese no era el monarca al que ellos promovían. En síntesis, a los que ya consumimos medio siglo de existencia, Franco nos queda más bien lejos pero hemos vivido cuarenta años trepidantes de suarismo, felipismo y aznarismo. Y lo que te rondaré.

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