La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El paragües

Adiós

Nos llegó D. Juan Bautista veinticuatro octubres atrás, después de padecer una de sus odiadas dietas para "estar más presentable", y se nos fue ahora, cuando otoño imita a invierno con las primeras heladas. Su enormidad física encerraba un alma tierna y cálida, como el pan recién hecho, del que tanto sabía como hijo de panadero. Cuando el pan se hace Dios, en el momento de la elevación, sorprendía el recogimiento y la calidez de su voz repitiendo las palabras del Maestro en la Última Cena. Identificaba al Cristo en las manos de quien pide limosna, en los pies ateridos del descalzo o en la zozobra del enfermo. Lo sabía empíricamente, aproximándose al triste, al drogadicto, al pobre, al marginado? Y su propio sufrimiento, atrapado en ese cuerpo con el que mantuvo una interminable disputa, le hizo enormemente comprensivo con la debilidad humana. Humor irónico, lágrimas enjugadas con pañuelo emburujado cuando su sensibilidad a flor de piel le impedía contener la emoción y severa admonición cuando interpretaba una acción como ofensa o displicencia. Se nos fue. Adiós, con ese significado primigenio de "A Dios encomiendo tu alma".

Compartir el artículo

stats