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La serliana

La tenacidad de la orografía y el Camino de Santiago(II)

Los motivos del poco éxito de la ruta costera en Asturias hasta finales de la Edad Media

Precisadas las circunstancias naturales que definen un tránsito longitudinal y las opciones de un paso cómodo y firme, veremos cómo las referencias históricas, la toponimia y los hitos constructivos desvelarán el trazado más utilizado en las conexiones E-O durante la antigüedad.

Tal como apostillan los doctores Ignacio Ruiz de la Peña y Soledad Beltrán, la orla cantábrica, en general, era una costa sin ciudades hasta el reinado de Alfonso VII -Imperator totius Hispaniae- (1105-1157), mientras que el tramo asturiano, en particular, sufrió el mismo proceso colonizador a partir de 1222 hasta 1421.

Incluso, Soledad Beltrán advierte que la ruta costera por Asturias es tardía y poco transitada hasta finales de la Edad Media, si hemos de juzgar "por la escasez, cuando no inexistencia, de testimonios de cualquier naturaleza que permitan reconstruirla en alguno de sus tramos"

¿Por qué se desarrollaron los acontecimientos de esta manera? Estimo, en un primer momento, que seguridad, confianza y tránsito expedito facilitaron la utilización del camino interior; mientras que inseguridad, falta de referencias y dificultad orográfica supusieron una traba para la ruta costera.

Es notorio un despoblamiento de la costa durante buena parte de la Edad Media y a ello contribuyó lo que alguna "fuente" denomina el "barbarico timore" que no es otra cosa que el miedo a las expediciones normando/vikingas e, incluso, al "corso" árabe o sarraceno. La dimensión de estas expediciones estacionales queda patente en las distintas referencias escritas en los siglos plenomedievales. La presencia y repercusión de las bases/asentamientos nórdicos en Bayona, en el litoral gallego y probablemente en Guernica, así como el establecimiento pirático musulmán de Lisboa, que no se toma hasta 1147, nos dan una idea del panorama de la costa atlántico/cantábrica en la Alta Edad Media.

Por tanto, todo indica que durante una buena parte de la Edad Media el tránsito E-O, de peregrinos o no peregrinos, se hacía por el camino natural, cómodo y protegido del interior; así lo atestiguan un sinnúmero de citas documentales -recuperadas en su momento por Uría Ríu, Martínez Vega o recientemente por González García y González Collado- e hitos arqueológicos (difícilmente glosables en este soporte).

En cuanto a las referencias escritas y cartográficas de época Moderna y Contemporánea resultan demoledoras: El Diccionario de Tomás López (1774-1777) dice que "Los caminos reales más frecuentados que traviesan este territorio son dos, el principal es el que va de la villa de Cangas de Onís a Oviedo,?" y "Adviértase que el camino real principal que va de la villa de Cangas a Oviedo es todo llano a excepción de tres o cuatro repechos de poca consideración?".

Jovellanos, en su idea de vertebrar Asturias, propuso como vía de comunicación transversal por el oriente el espacio vinculado a la Depresión Mesoterciaria Central, "La carretera es importante, porque sirve a los ricos concejos de Siero, Nava y Piloña, y a los puertos de Ribadesella".

Pasando por alto las alusiones a trasiegos de tropas durante la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas, a mediados del siglo XIX contamos con la indicación del diccionario geográfico de Pascual Madoz, "El camino real, que desde Santander atraviesa por la costa y se dirige á Galicia terminando en El Ferrol es malísimo, fragoso, desigual y casi intransitable en el invierno".

Siguiendo el mismo guión, durante el siglo XIX carretera y ferrocarril ocuparán el mismo espacio interior en su discurrir.

¿Por qué esa descompensación argumental? La explicación fácil es la subsecuente: La ruta de la costa es continuum de obstáculos, resulta una sucesión de plataformas que se desconectan en las desembocaduras de los ríos y en las ensenadas. Tal como recuerda P. Pisa, complementando la descripción peyorativa que Madoz hace de esta ruta, el panorama era el siguiente: "El elemento que sin duda dotaba de mayores dificultades a esta ruta era la inexistencia de puentes sobre las desembocaduras de los grandes ríos, lo que hacía necesario embarcarse, en el espacio costero de la región, en siete barcas de peaje sucesivas". '

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