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El paragües

Juegos

No diré como Jorge Manrique que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque los regalos de los Magos a los pequeños no superen la peonza de madera o la pistola de restallones en rollo rojo. Añoro ver juntarse la chiquillería mostrándose los regalos de una sola casa. Niñas con muñecas o pepones, Niños en interminables partidos de fútbol con el flamante balón que podía acabar pinchado, o imitando a sus héroes de western. Habrá quien diga que los juguetes de entonces eran sexistas y que incitaban a la violencia, pero ¡tururú! Los pequeños de esos Reyes hicieron posible la democracia y la tolerancia que hasta ahora disfrutamos. A ver qué hacen los del tragabolas, el scalextric y la play que fueron reduciendo la dimensión colectiva del juego. Ayer vi dos pequeños, cuatro años ella y nueve él. No levantaban ojos de un cacharro electrónico absolutamente personal. Adiós a la dimensión social del juego. ¿Que cualquier tiempo pasado fue peor? Sí, si es la canción de Sabina con este final: "Soy aquel corazón tendido al sol,/comprometido en la aventura,/de pedir cada año al rey Melchor,/más tiempo para la ternura."

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