Ver el estado actual de la Azucarera de Pravia resulta como volver unos cuantos años atrás y revivir aquella época en la que el ladrillo nos tapaba los ojos, para no ver lo que nos vino encima después. Por una cosa o por otra, cada cual debe asumir sus responsabilidades, el gran proyecto zozobra a merced de acuerdos entre las administraciones públicas. Lo que iba a ser el buque insignia de una zona recuperada para la villa de los cuervos se ha convertido en un problema serio para el Consistorio, que debe atender una serie de reclamaciones del gobierno regional para devolver parte de los fondos recibidos. Se hace necesario un acuerdo que sirva para culminar una intervención que había levantado escepticismo desde sus inicios, por tamaño y presupuesto. La jugada a tres bandas, condicionada por la venta frustrada de un inmueble de titularidad municipal, en operaciones tan ajustadas, suele tener un final complicado.
