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Madre superiora de las Hermanitas de los ancianos desamparados de Pola de Siero

Ciento treinta años y parece que fue ayer

El aniversario que hoy celebra el asilo de Pola de Siero

Parece que fue ayer cuando nuestra congregación fundada en el año 1873 por el canónigo Saturnino López Novoa y Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, representada en cinco Hermanitas acompañadas por 18 ancianos, era recibida aquí en Pola de Siero el 10 de febrero de 1886 para hacerse cargo de ellos. Este primer asilo, que como sabéis en noviembre de 1965 sufrió un gran incendio y calcinó la mayor parte de esas instalaciones, fue una obra realizada gracias a la aportación generosa de un buen hijo de esta villa de Pola, D. Antonio Florencio Rodríguez Rodríguez. Aquel día de especial significado e importancia para Pola de Siero, el entonces Obispo de Oviedo Martínez Vigil pronunció un sermón en la misa de Acción de Gracias que se celebró en la iglesia parroquial de Pola de Siero, en el que de forma elocuente habló de la caridad, diciendo que lo que se daba a los pobres se daba a Dios.

De aquel día de 1886 a hoy han pasado ya 130 años, pero se hace más claro aún aquellas palabras del Salmo 89 "Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó", y es que esta casa, este hogar como así nos gusta llamarlo, este asilo como popularmente se le conoce en la Pola, no es sólo una residencia de ancianos, ya no de los pobres, aunque aquí nadie se queda en la calle aún no teniendo dinero; repito, este hogar está cimentado no sólo en ladrillos y cemento sino en el pilar más importante, en Jesucristo, su presencia en nuestra casa, por medio de la Eucaristía, es lo que hace que todo funcione, es lo que nos da fuerzas para que todos los días nos levantemos con el propósito de hacer que ese día sea un día feliz y agradable para nuestros residentes, no sólo porque tengan todas las comodidades que podamos ofrecerles, que no les falte lo necesario para su alimentación, cuidado sanitario, entretenimiento, vida espiritual, sino y sobre todo, lo que para nosotras es lo más importante, el cariño y el amor que todas las hermanitas, las empleadas/os y los voluntarios/as que estamos con ellos, ponemos en todo lo que hacemos.

De aquel primer asilo ya no queda nada físico, ni siquiera ya no es esta casa un lugar para pobres y desahuciados, nuestras instalaciones están a la altura de cualquier residencia pública o privada, quizás no tan lujosa, pero sí que sigue conservando, porque este es nuestro carisma y nuestro espíritu, el sentido que ya en 1886 se quiso dar a esta obra, un hogar donde nunca falte el amor, el cariño y nuestra entrega, un hogar en el que intentamos que nuestros mayores, vuestros mayores, se sientan como en su propia casa, con nuestras limitaciones, ya que a todo no llegamos, no por falta de entrega o de ganas, sino las más de las veces, por la falta de recursos materiales.

Pero un hogar en el que a nadie le falte lo más necesario, incluso me atrevería a decir, lo más importante para vivir, y no sólo me refiero a la alimentación, al cuidado físico, a la atención y asistencia médica, sino sobre todo a lo que nos encomendó Nuestro Señor Jesucristo: que no les falte amor, a darles todo el amor que él mismo nos ha dado a cada uno de nosotros, es eso precisamente nuestra prioridad amar y servir a los ancianos, como decía nuestra Madre Fundadora Santa Teresa Jornet, "cuidar los cuerpos para salvar las almas".

Somos conscientes que esta es una gran labor y por ella hemos querido entregar nuestra vida y por eso después de 130 años seguimos ilusionadas en nuestra labor en esta casa y al servicio de todos nuestros mayores y de los vecinos de esta hermosa villa de Pola de Siero.

Ojalá no olvidemos que este hogar es una casa que tiene no sólo la generosidad de aquel momento en 1886 del poleso que impulsó esta obra, no sólo tiene la entrega de vida y vocación de tantas hermanitas de nuestra congregación, sacerdotes y bienhechores ya difuntos, sino que tiene también el granito de tantos corazones de hombres y mujeres de nuestro país que allá por el año 1965, se convirtieron en "formidables", y gracias al buen hacer de aquel locutor Alberto Oliveras con su programa "Ustedes son formidables" hizo que, unido al esfuerzo de tantos polesos que sentían como suya esta casa, igual que el ave fénix, resurgiese este hogar de sus cenizas; ojalá que estos 130 años de vida sean un momento para dar gracias a Dios por todo el bien que nos ha hecho y un recordatorio a todos los polesos de que este hogar, esta Residencia de Nuestra Señora de Covadonga, no es solamente una residencia de la tercera edad, sino un hogar, una familia en la que nunca ha de faltar el amor, la ternura, la entrega generosa de quien hemos querido dejar todo lo nuestro y ponernos al servicio de aquellos a los que el Señor ha puesto en nuestro camino;

Nuestros bienes, nuestras fuerzas, toda nuestra vida al servicio de los Ancianos, bajo la protección de la Santísima Virgen María.

La residencia Nuestra Señora de Covadonga conmemora hoy sus 130 años de existencia con una misa de acción de gracias a las 11 horas.

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