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La serliana

Conspiraciones

Reflexiones sobre el abandono de la cultura y de la educación humanística como máxima expresión de la evolución del sistema neoliberal

Hace unos días, LA NUEVA ESPAÑA publicaba una entrevista que M. S. Marqués realizó al escritor Manuel Rivas en la que éste afirmaba: "Yo sí creo que hay una conspiración programada contra la cultura".

Aun estando de acuerdo, me aventuro a sugerir que existe una conspiración instigada que se centra en la esencia del humanismo, teniendo como objetivo un "individualismo programado". La cultura, por desgracia, no es ajena a los vaivenes político-económicos que marcan el devenir de una sociedad eminentemente globalizada por mor de criterios sujetos al "dominio de la mercancía" sin la intervención pública. Como resulta lógico, el objetivo fundamental de las corrientes neoliberales es perpetuarse, siendo la liquidación del humanismo prioritaria.

Esa creencia tan arraigada de que nuestros alumnos necesitan más matemáticas y más inglés, no nos equivoquemos, forma parte de este juego. ¿De qué sirven matemáticas e inglés sin el vehículo transmisor que es la lengua? ¿Cómo formamos ciudadanos sin la ética? ¿Para qué conocer el pasado si el futuro ya está programado? Son preguntas que algunas personas se están haciendo, mientras la espada de Damocles, nunca mejor dicho, se cierne sobre los conceptos básicos de la cultura greco-romana.

Si lo dicho no es suficiente, una ola de luteranismo-laico alemán, sazonado con las conclusiones, hoy sabemos que erróneas, de los profesores de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, ahonda en esa pérdida de identidad basada en el humanismo. ¿Estaremos volviendo a los episodios de la Reforma y la Contrarreforma? Para saberlo hay que dominar la historia.

Por otra parte, el individualismo resulta determinante para los menesteres neoliberales antes aludidos, ya que así se minimizan o se condenan al fracaso las luchas progresistas contra la pobreza o cualquier clase de racismo, que basan su fuerza en el colectivo.

En fin, luchar contra esta maquinaria engrasada me resulta imposible, pero no soy imbécil.

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