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Cronista de Noreña

El lugar de La Campanica

Recuerdos de una zona de Noreña histórica por muchas circunstancias y ahora olvidada

Quizás estemos hablando de uno de los lugares más emblemáticos de la Noreña de los siglos pasados, pues fue lugar de actos importantes, de escaramuzas bélicas, de frontera franqueable en tiempos del cólera y sitio de cierta importancia por hechos y circunstancias, alguno de los cuales a continuación les cito.

Uno de los que tenemos constancia trata ya de mediados del siglo XVII, concretamente del día dos de julio de 1665, cuando tomó posesión en este lugar el Juez Llano, cargo que recayó en el vecino de Varé -Baré en aquel tiempo- de nombre Alonso Rodríguez, acto que acostumbraban a hacer en el pórtico de la iglesia de la Pola y que en esa ocasión lo hicieron en La Campanilla del concejo de Siero, según dejó escrito Don Fausto Vigil, aclarando que ese lugar corresponde a La Campanica actual, perteneciente posteriormente al municipio de Noreña "por lenidad y abandono que me atrevo a llamar punible de la Corporación sierense", afirmaba con gran sentimiento de dolor el entonces cronista sierense.

Más datos que refrendan la importancia de este lugar junto al río Noreña y cercano al palacio de La Mariscala o palacio de La Carrera, como también se denominaba al actual Miraflores: "En 1780 Bartholomé Pajares, como millonero que es de la Villa de Noreña, deberá pagar trescientos y cuarenta reales por que no se permita poner Taberna en la casa de La Campanica, que se halla en el concejo de Siero, pero de la dicha cantidad ha de dar al dueño de estas Casas de Miraflores, que lo es también de la referida de La Campanica, cien reales al millón de la Villa de la Pola, según así capituló verbalmente".

Posteriormente, con motivo de la invasión del cólera en 1834, Noreña fue uno de los pueblos que más sufrió esta enfermedad, según nos consta en el estudio realizado por el médico noreñense Alejandro Braña Vigil y editado por el RIDEA, en el cual detalla qué medidas se tomaron para evitar se extendiese la enfermedad, con la cual fallecieron en poco más de tres meses 178 vecinos. Se montó un cordón sanitario donde también La Campanica tomó protagonismo, pues en ella se instaló en la margen izquierda del río Noreña un lazareto donde se observaba y se sometía a tratamiento a personas que habían contraído la enfermedad, puestos ambulantes para vender productos de primera necesidad para la población, estando prohibido atravesar el puente, teniendo que depositar los dineros en jarras y platos con vinagre creyendo que surtirían efecto como desinfectante. De todos modos, los mozos de Noreña, cansados de tantas prohibiciones, se saltaron el cordón cuantas veces quisieron, rompiendo las jarras y los platos, según denunciaba el 5 de septiembre el encargado del cordón en esta zona de tránsito con la Pola y Oviedo.

Entre las diferencias que en aquel tiempo había entre Siero y Noreña, también conocemos gracias a Fausto Vigil la queja del alcalde de Noreña a su homónimo sierense para que retirasen los puestos públicos de carne a media legua de los límites de Noreña, y se refería principalmente al que existía en La Campanica. Todo eran problemas de vecindad.

En la actualidad, es una zona muy olvidada y prácticamente desconocida para la mayoría de la población, y con motivo de estudiar la toponimia de Noreña solicitamos a la corporación municipal se identificase esa zona -incluida en la calle de La Mariscala- con una placa para no olvidar su ubicación, pero aquella propuesta aprobada se quedó, como tantas otras cosas, en el olvido. Ahora mismo tenemos la promesa de la alcaldesa actual de retomar el asunto y solucionarlo.

Ahora, como aún nos quedan veteranos vecinos de la zona, por ejemplo Jerónimo García, nos agrada recordar con él tiempos ya lejanos pero no olvidados. Así, hablamos de personajes como Carmen, la portillera del paso a nivel del entonces ferrocarril de Langreo, primero cerrando las portillas ante el paso de algún tren y posteriormente dándole a la manivela; a su hermana Concha o a Herminio, el último ganadero de la zona, que siempre se quejaba de la expropiación que sufrió de sus terrenos de Riegos. También recuerdan los vecinos cómo se acercaban incrédulos a comprobar que allí se había edificado en 1960 la primera vivienda de Noreña sin chimenea ante la moda del gas butano, o las circunstancias de la panera pintada en diferentes colores en sus mitades, según el gusto de ambos propietarios. Pero sí cuenta La Campanica con una venera indicando lo que muchos no quieren ver, pues sitúa su pertenencia al tramo del Camino de Santiago noreñés que sí discurre por el lugar y que debería figurar en el rutómetro de todas las guías del Camino, pero ya ven lo que son las cosas y los caprichos; por no figurar, no figura ni Noreña, que ya es decir.

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