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Pliegos de Bimenes

El capitán Jerónimo de Estrada y el galeón "San José" (I)

Una aproximación a las circunstancias históricas que vivió el marino yerbato a finales del siglo XVII y principios del XVIII

Hace ahora trescientos diez años una escuadra de navíos españoles cruzaba el océano Atlántico camino de las costas de la actual Colombia. Por la importancia que tuvo este viaje para la historia de España y para el concejo de Bimenes retrocederemos hasta los siglos XVII y XVIII para recrearnos en la atmósfera que reinaba en aquellos años y que dio lugar a una tragedia contada por insignes personalidades y que aún perdura en la memoria de las gentes, confundida entre la leyenda y la realidad.

Así evocaba el suceso Gabriel García Márquez -con escaso realismo histórico-, en "El amor en los tiempos del cólera":

"Varias veces al año se concentraban en la bahía las flotas de galeones cargados con los caudales de Potosí, de Quito, de Veracruz, y la ciudad vivía entonces los que fueron sus años de gloria. El viernes 8 de junio de 1708, a las cuatro de la tarde, el galeón San José, que acababa de zarpar para Cádiz con un cargamento de piedras y metales preciosos por medio millón de pesos de la época, fue hundido por una escuadra inglesa frente a la entrada del puerto, y dos siglos largos después no había sido aún rescatado. Aquella fortuna yacente en fondos de corales, con el cadáver del comandante flotando de medio lado en el puesto de mando, solía ser evocada por los historiadores como el emblema de la ciudad ahogada en los recuerdos?".

La flota de Indias. Tras varios retrasos, las flotas de Tierra Firme y de Nueva España -en total veintiséis barcos- partieron de Cádiz el 10 de marzo de 1706 rumbo a las Indias. Por encima de todos destacaban el "San José" y el "San Joaquín", ambos a la vanguardia de la marina española, dos bestias capaces de transportar enormes cantidades de carga y pasajeros, además de ir equipados con material armamentístico de primer orden. El galeón "San José" -con sesenta y cuatro cañones- era la nave capitana o buque insignia, mientras que como almiranta lo hacía un barco gemelo, el "San Joaquín". La capitana se fabricó en Mapil, astillero cercano a San Sebastián, a mediados de 1698. La madera utilizada para su construcción se cortó durante la luna menguante de febrero, y los mástiles procedían de Amsterdam. Un año después ya estaba en Cádiz, pero tendrían que pasar seis años hasta que zarpase rumbo al Nuevo Mundo.

La máxima autoridad, como capitán general de la capitana y de la flota en general, le fue encomendada por la Corona a José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre, hombre de prestigio pero sin experiencia; nunca había estado al mando de una flota de galeones, y mucho menos de una armada importante. El segundo en la jerarquía era Miguel Agustín de Villanueva, almirante del San Joaquín. Aparte de los oficiales de mayor rango también viajaban otros de menor graduación y hombres de combate, pues más de la mitad de la tripulación eran soldados y artilleros. Entre aquellos hombres se encontraba nuestro capitán: Jerónimo de Estrada. Contaba con cuarenta y cuatro años de edad y era uno de los catorce soldados que llevaban el don delante de su nombre, como tratamiento de respeto, y probablemente fuera uno de los llamados soldados aventajados, los cuales tenían derecho a ser remunerados debido a su cualificación militar y experiencia previa.

La escuadra española, tras mes y medio de travesía marítima, llegó sin novedad al puerto de Cartagena de Indias (Colombia) -la bella ciudad colonial a orillas del Caribe y cuna del capitán- el veintisiete de abril. Aquí estaría amarrada dos años, mientras se organizaban las ferias de Portobelo (Panamá). Durante este tiempo los oficiales españoles ya sabían que la costa estaba plagada de piratas -sobre todo ingleses y holandeses- al acecho de nuestras naves. Pero ¿quién era este capitán que salió del palacio de Martimporra, donde vivía, rumbo al Nuevo Mundo?

El capitán Jerónimo de Estrada. Pertenecía a una familia de rancio abolengo de Bimenes: los Estrada. Naturales de la parroquia de Santu Medero, durante generaciones fueron dueños y señores del coto de Tabayes, una de las tres jurisdicciones que conformaban el concejo. Los miembros de esta saga fueron bautizados en la iglesia de Piñera y sus cuerpos enterrados en el cementerio anejo desde tiempo inmemorial. Los padres del capitán se llamaban Jerónimo de Estrada Nava y Juana de Angulo. Fueron sus abuelos paternos Bernardo de Estrada (natural de Bimenes) y María Fernández Ciriego (de San Martín del Rey Aurelio), y sus abuelos maternos Felipe de Angulo, originario de la provincia de Burgos, e Isabel Bernal de Heredia, natural de Cartagena de Indias.

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