Está claro que para bien o para mal Siero es un municipio en el que se habla de huevos o de güevos, y, últimamente con la tinta china y la anilina cargados de polémica.
Es inútil toda polémica si no hay esperanza de que resulte provechosa, sentenciaba hace siglos Juan Luis Vives. Polemizar por polemizar no es ético, y mucho menos si se ponen en juego tradiciones que son señas de identidad colectiva de los pueblos.
Evidentemente, hay que hacer cumplimiento de la legalidad vigente, pero ésta también debe proteger, discernir y tener cierto grado de flexibilidad de interpretación ante situaciones y hechos excepcionales.
¿Alguien se puede imaginar la celebración de los Güevos Pintos sin venta de güevos pintos, o un martes en la Pola sin el bullicio de las ventas en los aleros de la plaza cubierta?
No debemos perder la marca de autenticidad por la mala praxis de una minoría.
Al final, y como suele ocurrir siempre que la lógica impera, todo vuelve a su sitio. Podremos seguir disfrutando del único lugar en el mundo donde un día al año se venden güevos pintos, y, quien quiera, podrá seguir poniendo en su plato un "güevín de casa" comprado un martes en la plaza, sin necesidad de tener que esconderse para hacerlo.
