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Caminando en círculos

Candi y los trenes

Rompiendo las vegas encharcadas, saliendo de Pravia un día gris y tristón, según los cánones clásicos, el tren avanzaba buscando Candamo con su ritmo cansino. Al cruzar el Nalón por encima de La Figal me acordé de Candi, concejal y ferroviario de Soto del Barco, al ver que estaba montado en un tren que acumulaba retrasos, incluso antes de salir de la estación. Estaciones y apeaderos vacíos eran incapaces de romper el tedio cansino del viaje. Tan sólo el incomprensible cambio de sentido en Trubia rompió la monotonía reinante, generando desconcierto a los forasteros. Qué poco se preocupan los gestores de los ferrocarriles de vía estrecha en hacerlos más atractivos y racionales. Horarios imposibles, combinaciones inauditas y retrasos generalizados combinan perfectamente para prolongar una innecesaria agonía. Cuando Candi dice que las ruedas de los autocares acechan las traviesas puede que no se equivoque y la desidia no obedezca tan sólo a una planificación mal diseñada.

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