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Mil palabras para una imagen

Hacia dónde miran las cosas

Sobre las plazas sin vocación de plaza del área residencial Siero-Este de la Pola

En un episodio de "Friends", una mujer le dice a Joey Tribbiani que no tiene televisión en casa y él le pregunta: "¿Y hacia dónde miran tus muebles?". Es un chiste pero tiene sentido. Nuestros muebles apuntan hacia la tele porque es lo que todos esperamos del salón de casa. Un sitio en el que sentarnos a no hacer nada y ver la tele.

La forma de concebir los espacios en los que vives habla de lo que quieres de cada uno de ellos. Esto se puede extrapolar a los espacios públicos. Por eso me molesta tantísimo ver las plazas de Siero-Este. Porque son una maldita declaración de intenciones.

Cada vez que comento el asunto, la mayoría de gente me dice algo así como: "Ah sí, la mierda esa de los laberintos". Y yo me apresuro a decir que los laberintos son lo de menos. Los laberintos son como un grano en el culo: feos y molestos, pero extirpables. En cualquier momento te los puedes cargar y poner un espacio precioso, ya elijas hormigón marca de la casa -Siero y el hormigón tienen un fermoso idilio desde hace años- u optes por una zona verde llena de árboles o una fuente o lo que sea. Ese no es el problema. El problema son los edificios. En las otras zonas de Siero Este, los edificios pueden ser más o menos guapos pero al menos son razonables porque miran hacia un prado, un parque, una calle.

Las plazas no son nada razonables. Y si hay algo que puede ser atractivo en un pueblo es la plaza. Un sitio hacia el que confluye todo, un espacio público, de unión, de convergencia. Los portales y los bajos de los edificios, ya tengan comercios, bares o lo que sea, están de cara a la plaza, le dan vida. Pues aquí no. Aquí los edificios están de espaldas, por no decir de culo. Solo en una de las cuatro caras que dan a la plaza hay unos soportales a ras de suelo cuyos bajos podrían dar algo de vida al lugar. El resto están concebidos y construidos como edificios aislados que se bastan a sí mismos. La plaza no la quieren ver delante. Están en una cota más alta y con una valla bien grande y bien visible. ¿Por qué me molesta? Porque es, como dije, una declaración de intenciones. Propicia todo menos la convivencia. Es puro aislamiento. Pasa lo mismo con los edificios que están frente al centro de salud, junto al parque de los colegios. Todo a su alrededor está integrado en las calles. Pero estos no. Estos están bien vallados. Bien aislados del resto. Junto a una calle peatonal y aislados. Es de locos. ¿Por qué lo hacen? Quizá por la seguridad. Quizá por si algún día la Pola se convierte en algo parecido al Bronx en sus años de gloria. Es la única explicación que le encuentro, que se han adelantado a su tiempo, a una época posapocalíptica tipo Mad Max.

Aun así, me imagino que hoy en día habrá cientos de defensores del modelo, de la propuesta aislante. No los culpo. La gente quiere estar tranquila, vivir en una comunidad lo más solitaria posible, sin ruidos, sin molestias. Como cada vez somos más cafres, lo mejor es dejar que cada uno sea cafre en su propia casa y que deje en paz la de los demás. Para qué vas a tratar de fomentar la convivencia si no necesitas convivir. No hay mejor antídoto contra los líos que un muro bien gordo. Vivimos aislados pero más seguros, que es lo que verdaderamente importa. Tiene sentido.

Quizá si quien diseñó la plaza mayor de Salamanca hubiera tenido esta mentalidad, habría hecho un lugar algo menos atractivo pero mucho más seguro, con paredes lisas y tendederos de ropa asomando a la plaza, un espacio gris pero libre de cacos que te desplumen.

Eso es lo que tenemos en las plazas de Siero-Este: espacios libres de delincuencia. Allí nunca va a haber nadie a quien robarle la cartera.

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