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Caminando en círculos

Segundo el Molinero

Aunque el molino de Cañedo siga produciendo cualquiera de sus excelentes harinas y el agua del Aranguín siga fluyendo con fuerza por sus entrañas, algo faltará para siempre allí. El corazón de Segundo dejo de moler en mayo y las piedras que machacaban el trigo, la escanda o el maíz, sonaban tristes, sin poder estar ajenas a tan sentida pérdida. El molino es un referente en la comarca, convirtiéndose, gracias a su dueño, en parte esencial del valle. Escolares, turistas, curiosos y curiosas siempre encontraron la cómoda, amplia y fácil conversación de Segundo en su casa, en su molino. Contaba que lo había comprado su abuelo en 1890, que tenía más de seiscientos años y que el agua le daba algo especial a sus harinas. Pero tras toda su historia, tradición y la literatura que le daba al molino estaba un producto reconocido a escala regional, casi nacional, que lucía en las estanterías de los mejores comercios de la zona. Segundo seguirá moliendo en nuestra memoria.

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