En Asturias nunca hace mal tiempo. Llegué a esta conclusión el otro día después de una conversación en la panadería sobre los vaivenes meteorológicos que estamos sufriendo (hoy refresca, mañana hace bochorno, pasado llueve y así). Me di cuenta de que en Asturias no hay vientos desapacibles, ni frío ni calor extremos. Hay siempre una temperatura tirando a agradable. Llueve, sí, pero tampoco es para tanto.
En realidad, llegué a esa conclusión porque antes de ir a la panadería había leído -con perdón- a Epícteto y a Marco Aurelio. No por nada. Porque me dio por ahí. Me dio por los estoicos, que yo pensé que eran parados, austeros y aburridos, y resulta que no, que Marco Aurelio era un emperador de lo más dinámico, y Séneca, uno de los hombres más ricos de su tiempo.
A lo que voy. Los estoicos dicen, resumiendo muchísimo, "que las cosas no afectan al alma sino que permanecen fuera, inmóviles, y las perturbaciones nacen solo de la opinión interior", en palabras de Marco Aurelio.
Ya se que habría que utilizar esta filosofía de vida para otras cosas menos peregrinas que el tiempo, pero no me resisto a hacerlo porque la gente no habla de otra cosa. No digo que no sea un buen tema de conversación si te encuentras a un desconocido. Pero para los conocidos habría que probar con otros temas. Porque además siempre nos quejamos. "¡Vaya calorón!", "¡Ya volvió a refrescar!", "¿Cuándo dejará de llover?", etcétera. Ahí es donde entran los estoicos. Ellos dicen que no hace mal tiempo sino que nosotros nos lo tomamos a mal.
Pero llueve. Y la lluvia no nos gusta. No nos gusta nada. ¿Por qué? ¿Porque chafa una fiesta de prau? Acepto. ¿Porque no podemos ir a la playa? Lo compro. ¿Y el resto del año? ¿Qué pasa con el resto del año? ¿Por qué nos quejamos tanto? La vivienda en Almería no es tan cara. Al que no le guste la lluvia que se vaya a vivir al Cabo de Gata, y el que se quede que lo asuma. En Asturias llueve. Es lo que hay.
