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Sed de venganza

"Teatro del Norte" regresa una vez más a los clásicos griegos y en este caso a una heroína trágica de la talla de Electra. Después de Edipo, Antígona, Troyanas y Medea, Etelvino vuelve a beber de la inagotable fuente de las tragedias griegas y nos regala una versión de acentuado aroma operístico. "Elektra" cierra la "Trilogía de la mujer" que la veterana compañía iniciara en 2013 con "Mariana Pineda", a la que luego se añadiría "Nora", "tres mujeres fuertes y decididas a llevar sus ideales hasta el final, para conseguir la justicia y la libertad", en palabras del director. Pero la hija de Agamenón es un personaje complejo, con muchas aristas, que ya en los propios trágicos presenta diferentes registros. Las posibles visiones de Electra van desde adalid de la libertad y la justicia hasta matricida vengativa, que no derrama una lágrima por el sacrificio de su hermana.

La dramaturgia de Etelvino incorpora fragmentos de "Las moscas" de Sartre y el "Máquinahamlet" de Müller, pero se basa fundamentalmente en la versión sofoclea y en la adaptación de Hofmannsthal que Strauss llevó a los escenarios en forma de ópera. Esto imprime un aire romántico a la pieza, refrendado por la ambientación musical, que potencia los momentos más dramáticos, el maquillaje y el hermoso y ecléctico vestuario, de gran nobleza y sencillez. Aunque el argumento es el de Sófocles, adopta las innovaciones de Hofmannsthal, como la escena de Clitemnestra contando sus pesadillas a su hija, el hacha escondida como instrumento del crimen y la principal, el cierre con la muerte de Electra, en su danza ebria de éxtasis.

El espacio escénico aparece delimitado por un suelo de fieltro gris. Rodeado por unas barras de acero en disposición simétrica sobresale un marco que sirve como cuadro de presentación de personajes. La acción comienza con el espectro de Agamenón encapuchado, que relata su muerte a manos de Clitemnestra y su amante Egisto. Una imagen potente que aparecerá de forma recurrente en los sueños de Electra.

Cristina Lorenzo vuelve a demostrarnos que es una excelente actriz, en este caso trágica, pues sobre ella recae todo el peso de la obra. Protagonista absoluta, compone una Electra como un animal herido, que agazapada a las puertas de palacio acecha a sus enemigos consumida por las ansias de venganza. Su caracterización es magnífica, la palidez de su rostro y una mirada perturbadora transmiten toda la fuerza de la princesa que reclama su dignidad real. Electra sale vencedora en los agones con todos sus antagonistas, comenzando por su hermana Crisótemis, que, temerosa y atenazada, no se presta a colaborar en sus siniestros planes. El enfrentamiento con su madre es uno de los momentos en los que más aflora la interpretación jungiana del complejo de Electra, así como en el baile con el abrigo militar que representa a su padre. Orestes, interpretado por David González en un tono muy declamatorio, presenta un carácter dubitativo, como en la versión euripidea, que precisa de la ayuda de su hermana para perpetrar el crimen. Etelvino Vázquez asume todos los personajes secundarios (Crisótemis, Clitemnestra y Egisto) con su habitual dominio gestual y corporal.

"Teatro del Norte" nos ofreció un montaje de gran belleza, muy cuidado y con un ritmo y una duración adecuados. La justicia, la venganza, el temor y el odio son los temas universales que aún hoy siguen vigentes.

Buen cierre para estas jornadas que nos han permitido disfrutar de cinco interesantes propuestas de buen teatro.

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