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Asociación "Cubera"

El puente Güetes, casco histórico villaviciosino

La importancia de un lugar emblemático en la Villa

La alarmante ruina del tejado de la magnífica panera (1661) situada a la entrada de la posesión de Sorribes, bajo el emplazamiento de la antigua fortaleza altomedieval de La Peña Castiellu, nos ha recordado la gran riada del 16 de junio de 2010. Aquel día Villaviciosa sufrió la peor inundación que se recuerda. El abandono del mantenimiento del cauce en el tramo alto de la ría, con los puentes cegados en gran medida, condujo a una situación de colapso totalmente inédita aquí. Ese recuerdo, y por contra el de las obras de limpieza del cauce realizadas con posterioridad, tan sencillas y satisfactorias, nos han animado a expresar unas reflexiones. Vemos cómo es relativamente fácil resolver algunos problemas, que el fatalismo o la dejadez (tan comunes últimamente en Asturias) nos las hacen parecer irresolubles. Queremos dejar atrás la desazón con que observamos cada día los despojos del entorno del puente Güetes, hito primordial de la antigua Villa, cuya importancia se ha diluido en el devenir de su crecimiento urbano.

El origen de la villa de Villaviciosa se encuentra en La Peña Castiellu, una mota fortificada en tiempos de Alfonso III, cuya ocupación por la tenencia real de la antigua Tierra de Maliayo ha sido documentada entre los siglos IX y XIII. A sus pies, entre los siglos XIII y XIV, fue levantado el puente medieval de Güetes, con una traza similar al desaparecido puente de los Pilares en Avilés, con sus tres arcos y su "lomo de asno", que fue allanado hacia 1870 para adaptarlo a las necesidades viarias impuestas por la carretera Ribadesella-Canero. Tras su voladura en 1937, fue reconstruido acabada la guerra civil, llegando a nuestros días con los apaños realizados en los últimos tiempos para adaptarlo a su intenso tránsito peatonal.

El muelle donde a mediados del siglo XIX se embarcaba la exportación del carbón de Sama, se sitúa aguas abajo del puente. Los antiguos almacenes, un pequeño caserío y un aserradero, junto a las edificaciones situadas en la orilla izquierda, componen el resto de los elementos del que fuera un encantador conjunto, donde generaciones de villaviciosinos aprendieron a nadar y los guajes disfrutaban de las pintorescas gabarras, que durante siglos y hasta 1970 surcaron la ría maliaya empujadas por la marea y las pértigas.

Y además, Güetes es un sitio histórico; con todas las connotaciones lógicas. La arribada a su modesto muelle del joven Carlos de Gante en 1517, para tomar posesión de los reinos españoles, fue sin duda un gran momento para Villaviciosa y para Asturias.

Güetes es tan casco antiguo como la calle del Agua o la iglesia de La Oliva. En la redefinición de la relación del casco urbano con la ribera de la Ría debe ocupar un lugar principal, al igual que la nueva vía peatonal y cicilista que unirá la villa con El Puntal. Güetes debe ser un lugar donde las ruinas del pasado enmarquen su escenario futuro. Y ese debe ser el criterio que guíe, en su momento, la reforma o sustitución del actual puente, la conversión de la atalaya de La Peña Castiellu en un espacio público, la restauración del muelle y de todo su conjunto urbano.

Para ello es imprescindible la acción popular. Asturias, lamentablemente, ha pasado a ser un país en vías de subdesarrollo, debido en gran medida a que hemos dejado convertirse a la clase dirigente en clase pasiva. Los asturianos hemos confiado la gestión y tutela del Patrimonio Histórico y del territorio a las administraciones públicas, creyendo, entre ingenuos y cómplices, que esta gestión es omnímoda y se realiza con competencia. Craso error.

El desbarajuste administrativo de la ría villaviciosina es un claro ejemplo. (Y todo esto ¿se puede extrapolar al resto de Asturias?). Debe ser la sociedad quien fije las directrices: los vecinos de Villaviciosa (y los asturianos en general) debemos movilizarnos, dejar atrás esa abulia que invade a algunos ayuntamientos y a determinados departamentos del Principado (desgana que también es el resultado de nuestra sociedad somatizada). Despertemos.

La zona del puente Güetes no puede ser un elemento (uno más) de nuestra decadencia. No se trata de echarle el muerto, como casi siempre, al ayuntamiento. Que cada palo aguante su vela. Debemos convencerlo de la necesidad ineludible de que la Villaviciosa que nuestra generación ceda a las futuras sea la mejor de las Villas posibles. Hay cosas demasiado importantes para dejarlas en manos de la legislación vigente.

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