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El termómetro

Perfecto-imperfecto

Sobre los errores de percepción en la era audiovisual

Después de hablar con una vendedora de excedentes de la plaza cubierta de la Pola recordé aquella frase de Vicente Huidobro que decía que los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.

En este caso, se me vino a la cabeza por los cinco sentidos, que también se están reduciendo a tres: la vista y el oído. Creo que el imperio audiovisual nos está cambiando desde hace tiempo la forma de apreciar las cosas.

Lo que comentaba con la vendedora es cómo nos ha cambiado el concepto de lo que tiene buena pinta y lo que no. En realidad, salvo contadísimas excepciones, la fruta y la verdura, para tener buena pinta de verdad, tienen que ser bastante irregulares en la forma. Tener, si no manchas, al menos variedad de tonos en la piel, e incluso podría decirse que alguna huella de que los insectos han estado por ahí. Aunque esto último pueda parecer un poco exagerado (y quizá en algunos casos lo sea), no lo es tanto, porque esa huella acaba siendo la mejor señal de que han crecido con poca intervención y con poca química. Pero estamos abducidos por el mundo audiovisual, y tendemos a comprar y comer con la vista, y muchas veces descartaremos estos alimentos tan naturales por su supuesta mala pinta. En cambio, aceptaremos los que, también supuestamente, tienen buena pinta: frutas brillantes, de colores vivos y uniformes, verduras sin una sola herida, etcétera.

El resultado es que, cuando nos llevemos a la boca toda esta explosión de colores y brillos, tendrá muchísimo menos sabor y, además, será infinitamente menos sana, pero nuestra sensación será la contraria. Quien no ha probado otra cosa cree que la fruta y la verdura saben así. Y no. Ni mucho menos.

La cera abrillantadora y el fotoshop nos ponen día sí y día también delante de los ojos una perfección que está muy lejos de corresponderse con la realidad. Pero es peor la cera de la fruta que el fotoshop. Lo más probable es que una tía buena de revista esté igual de buena al natural, sin retocar. Solo una de cada diez te decepcionan, porque se trata de una simple confrontación de imágenes. El artificio busca la perfección y, al natural, las imperfecciones pueden hasta tener su encanto.

En el caso de la fruta, estamos confrontando dos sentidos, lo que es más complicado. Ves una fruta estupenda y cuando la pruebas sabe a cartón.

La vista es importante, nadie lo duda. El problema es que estamos educando la vista (y también la ideología, pero eso es otra historia) en la uniformidad, el brillo, la perfección. Y tendemos a llevarnos una imagen muy falsa de un mundo que, aunque no siempre, en muchísimas ocasiones puede ser mejor cuanto menos perfecto lo veamos.

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