No me cabe duda que esa frase tiene su origen en un sentimiento mutuo entre el ser humano y la raza canina. Quien tiene o ha tenido perro sabe bien a lo que me refiero, y es que los perros son amigos fieles de sus amos y, además de otras muchas cosas, aportan grandes momentos de compañía. Pero tener un perro también exige un grado de responsabilidad por parte de su dueño y tener en cuenta normas básicas de convivencia.
Durante este verano, posiblemente debido al calor, muchos vecinos que pasamos habitualmente caminando por los aleros de la plaza cubierta de La Pola detectamos un fuerte olor a orines de perro. Sus dueños, consciente o inconscientemente, los llevan allí para que hagan sus necesidades sin pensar en lo desagradable que esto puede resultar para sus vecinos.
No olvidemos además, que los martes se celebra en este lugar la venta de productos excedentes, a la que acuden muchas personas. La salubridad se debería cuidar al máximo, al venderse allí productos de consumo humano.
La convivencia entre todos es fácil cuando se asume desde una actitud cívica y pensando en la ciudadanía. Hay sitios para todos, solo hay que saber hacer un uso responsable de ellos.
