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Los últimos druidas

La Capilla Sixtina en la calle

Quién le iba a decir a Michelangelo Buonarroti y a Julio II, su Papa protector, que un día soleado de otoño -en una villa de los Valles del Trubia llamada San Martín- iban a aparecer unos dibujos que intentan emular los de la Capilla Sixtina. En la fachada principal de una discoteca a la que denominan "Paradisse" se puede ver un gran mural, pintado en negro sobre blanco, con unas líneas verdes, azules y rojas. La pintura es de una gran belleza y representa a una serpiente enroscada en un árbol ofreciendo en su boca una manzana a nuestra madre Eva mientras Adán se coge a una de las ramas. Ambos desnudos, al tiempo que sobre ellos vuelan centenares de hojas y en todo lo alto un agujero negro por el que un día se irá la vida o, tal vez, un platillo volante para darle a la escena una pincelada de misterio. Bastian Prendes, su autor, ya había dibujado escenas de la prehistoria vinculadas a Teverga. Lo cierto es que el arte en la calle es un latido de paz y serenidad para los tiempos que corren.

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