Si el otro día hacía mi comentario acerca de plantas invasivas, hoy me dio por animales invasivos. La pega y el jabalí son, a mi juicio, dos de esos bichos que por su proliferación empiezan a afectar seriamente al equilibrio ecológico. La urraca, con su incuestionable capacidad para acaparar espacios, aleja otras especies de pájaros, ataca sus nidos y depreda sus polluelos. Y no voy a insistir en los daños que causa en cosechas, llevándose las nueces o impidiendo que podamos ni siquiera probar las cerezas. Y qué voy a decir del jabalí. Sus ataques a sembrados o la invasión de vías de comunicación, con riesgo de provocar accidentes, están al orden del día. Y algo que no sabía: me comentaba un ganadero que unos jabalíes habían invadido su plantación de maíz forrajero, produciéndole serios daños, y que no podía ensilarlo porque el ganado no lo comía. Además, su ataque a micelios de setas ha hechos disminuir la riqueza micológica de nuestros bosques. Pero bueno, con la que está cayendo en política, como para ocuparse de pagas y jabalíes.