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Escritora de Grado

Llegó el otoño

La estación romántica y enigmática

Entramos en el otoño, la estación romántica y enigmática por excelencia, de lo cual dan buena señal las hojas, que con desgana aterrizan en el suelo dejando desnudos los árboles, mientras en otras ocasiones, desesperadas e impetuosas se precipitan por sorpresa, arremolinándose en el vacío intentando interpretar un vals, o emprender un raudo vuelo para coronar las almenas de lo que a su paso encuentran.

Esta sorprendente actividad que protagonizan las hojas también es aplicable o encaja en las personas, ya que el otoño es la estación propicia para la fantasía, para reflexionar y dar rienda suelta a nuestros pensamientos, ilusiones y aspiraciones, despertando de su letargo ese poeta que albergamos en nuestro interior y, lanzarnos a la aventura con nuestras mejores galas y con zapatos de tacón, interpretando también el Vals de las Mariposas.

Otoño ¡estación mágica! Donde cobran fuerza los vaivenes juveniles de antaño por contraste con el otoño de la vida cargado de experiencias, forjadas por el vaivén de las sorpresas que nos depara la vida, mucho más adecuadas para bailar un tango que para bailar un vals.

¡Otoño! estación de fruta aún ecológica y sana y, típicamente asturiana, las castañas, que se asocian con el viento para evitar el peligro que supone el subirse a los castaños para recoger su fruta y, que ahora irrumpe con más prestigio que nunca, gracias a los cocineros que la incorporan a sus prestigiosos platos para endulzar los paladares, como complemento y contraste con una buena fabada.

¡Otoño! estación nostálgica y melancólica, donde también cobra vida el recuerdo de los muertos, que reciben con mayor intensidad y frecuencia nuestras visitas y rezos, y, que ellos nos agradecen con sorprendentes recuerdos; terapia muy prestigiosa en estos convulsos momentos, donde brotan con más fuerza los cúmulos juveniles, que con frecuencia se olvidan del silencio sepulcral que ofrecen los cementerios.

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