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Juventud y transición política en Noreña

Los años de las primeras elecciones democráticas y el concierto de Víctor Manuel

Aunque las aguas políticas bajaban tranquilas en Noreña en 1976, en los momentos finales de la dictadura, en su superficie se apreciaban las ondulaciones producidas por los movimientos juveniles que con fórmulas muy variadas buscaban un nuevo lugar al sol.

Noreña, conservadora en lo político, era en esos años un buen ejemplo de cohesión social. Asentada en pleno desarrollo industrial, y por tanto con una renta per cápita elevada, iniciaba un marcado incremento de su clase media. Sus altos índices de ocupación masculina y femenina, y sus elevadas tasas de alfabetización y de acceso a estudios universitarios, empujaban con fuerza hacia la desaparición de la sociedad estamental.

Sin embargo, la inesperada dimisión de su alcalde perpetuo, Alejandro Ortea, en 1975, produjo una gran conmoción en todos los noreñenses. Los motivos del cese, y sobre todo la resolución de la crisis, nos situaron al borde de un verdadero ataque de nervios.

En uso de sus atribuciones, el gobernador civil, Victorino Anguera Sansó, eligió para sustituirlo a Rafael Junquera, ignorando los nombres de la terna encabezada por Juan Junquera (padre) que, como era preceptivo, había recibido de la corporación municipal en funciones. Las aguas subieron con fuerza y el río Noreña aún no estaba canalizado para contenerlas.

Después de la tempestad volvió la calma y en una sociedad de televisión única, sin móviles ni por supuesto redes sociales, y con la libertad aún vigilada que afectaba a todos los aspectos de nuestra vida, además de llevar con la cantera el Condal a la máxima categoría del fútbol regional, la Tercera, ¿por dónde caminábamos los jóvenes en la villa?

Pocos meses más tarde Luis Menéndez describió este periodo muy lucidamente en el portfolio de las fiestas, con un texto titulado "Retrato apócrifo e incompleto de un tiempo que nos ha tocado vivir". Dice textualmente:

"Mientras tanto el salón parroquial dejaba de ser santuario para una sola actividad -día del párroco para convertirse en el centro del 'underground' noreñense, con música pop y los primeros gramos de hachís, marihuana y drogas caseras que se consumían en la localidad. Era la otra juventud inconformista con el tiempo que le ha tocado vivir. Hoy las cosas son distintas. Ya una nueva generación sale pujando. Otros gustos y otras ideas están brotando. Anarquistas del Ambiguo, progresistas de Asemeyu o reformistas del MPJ se funden en la necesidad de un cambio de mentalidad de esta villa, con muchos años de historia a sus espaldas (?). Empiezan a romperse los esquemas tradicionales de convivencia."

En esas debíamos estar en un acontecimiento importante, como las fiestas del 76, en plena transición a la democracia, e inmediatamente llegó Víctor Manuel volviéndose a agitar las aguas. Noreña se ubicó en el mapa político. Todos los que ese 23 de septiembre estuvimos en el concierto o en sus alrededores conservamos el recuerdo de una jornada que pudo haber marcado decisivamente nuestra convivencia. Afortunadamente sólo queda en nuestra retina la imagen fotográfica de la mayoría de los jóvenes y muy jóvenes noreñenses con un sueño de libertad en la mirada.

Muy pronto todas las tensiones políticas se desplazaron definitivamente a la contienda electoral democrática. En las elecciones municipales de 1979 Rafael Junquera sería elegido como primer alcalde democrático de la villa en las listas del UCD, con el apoyo de una candidatura independiente.

El artículo "Retrato apócrifo e incompleto de un tiempo que nos ha tocado vivir" está firmado por Luis Menéndez (Portfolio de las Fiestas del Ecce-Homo de 1977). Esta magnífica descripción de la vida de Noreña de los años sesenta y setenta creo que se puede atribuir a José Luis González Fernández -Choche- (1953). Sin él, la mayoría de los hechos aquí recordados habrían sido diferentes.

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