La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El termómetro

Tibieza patriótica

A veces pienso que deberíamos ser mucho más patriotas. De la patria chica o de la otra, tanto da. A los norteamericanos, por ejemplo, les ha ido muy bien. Y a los franceses. Y a los españoles-que-no-quieren-ser-españoles. Y a los españoles-que-quieren-que-los-que-no-quieren-seguir-siendo-españoles-sigan-siendo-españoles.

Los tibios no vamos a ninguna parte. Decir soy un ciudadano del mundo está muy bien si no quieres mandar sobre nadie, si no quieres hacer trampas o insensateces y tener una coartada sencilla y convincente.

Pero si quieres mandar, convencer, mover masas y tener seguidores ciegos es mucho mejor envolverte en una bandera. A ser posible que sea una bandera con muchos enemigos, porque si tiene enemigos seguro que habrá alguien que se identifique con ella y que odiará inmediatamente a esos enemigos y, en consecuencia, te seguirá ciegamente. O casi.

Si te sientes muy de tu tierra pero nada más, es decir, si no matarías por ella, si no estas contra los que están contra ella y todo eso, no vas a ninguna parte. Si, simplemente, dices: "soy de aquí y me encanta" pero no hablas de "orgullo" y de esas palabracas que inflan el pecho y huelen a gloria, estás jodido.

Por eso, creo, la mayoría de los asturianos pintamos tan poco en tantos sentidos. A la gente le gustan los cachopos, las playas, la montaña y ver a un tío escanciar, pero nadie nos ve como enemigos, como una amenaza, como un rival, como alguien a quien temer. Y si no te temen no te dan cosas para que no les hagas pupita, ya sea en sentido real o figurado.

Nuestra bandera no inspira temor porque es la bandera del cachondeo. No puede ofender a nadie porque lo mismo vale para un roto que para un descosido. ¿Manifa de izquierdas? Bandera. ¿Premios de alto nivel? Bandera. ¿Reivindicación sindical? Bandera. ¿Fiesta de prau? Bandera. Etcétera.

También es cierto que somos pocos, y la demografía influye mucho, por aquello de las circunscripciones electorales y demás. Pero, en cualquier caso, nuestro mal es que somos tibios. Encantadores pero tibios. Es lo que hay.

Compartir el artículo

stats