Con toda seguridad las obras que se llevan desarrollando desde hace meses en el río Narcea, a su paso por Cornellana, serán legales y necesarias, pero también inoportunas e improcedentes. Que meses antes de la freza del salmón, en pleno remonte y en un año en el que no parece que haya el número de peces de años pasados, se desarrolle la obra que alteró totalmente el cauce y el entorno de río, en un punto estratégico del mismo, no creo que sea muy lógico, ni racional ni sostenible. Puede que la intervención haya sido autorizada por los mismos que piensan que los salmones desovados y los esguines, que se encuentran aguas arriba del salto del Furacón en Trubia, descienden por el Nalón, atravesando tres minicentrales con hermosas turbinas, llegando el 100% de los ejemplares en perfecto estado al mar. La estrecha frontera entre lo ético y lo razonable o entre lo legal y lo lógico se diluye con demasiada facilidad en esta incomprensible región.