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Noreña: detener la sangría

Contar con fácil acceso a las tecnologías de nueva generación, imprescindible para frenar la emigración de los jóvenes

Hasta que llegó la crisis económica y con el impulso que suponía su centralidad geográfica, Noreña comenzó el siglo recibiendo a más personas de las que se iban. Desde entonces paulatinamente se ha invertido la tendencia. En un fenómeno similar al que ocurre en nuestra comunidad autónoma, la intensificación del proceso migratorio afecta fundamentalmente a los jóvenes con alta cualificación profesional y universitaria. En pocos años las salidas se han duplicado.

Más allá de las cifras y de las estadísticas el fenómeno migratorio al que están abocados los jóvenes supone un cambio en el modelo de las relaciones sociales en nuestra villa. Independientemente de la mayor o menor voluntariedad de la decisión e incluso de la importancia de la función que van a desempeñar, son muchas las familias afectadas en el día a día de sus relaciones afectivas.

Aparentemente poco se puede hacer para revertir esta situación. Estamos ante un problema global. Por su dimensión, Noreña siempre tendrá dificultades para crecer industrialmente. Sin embargo, su ubicación y tamaño la sitúan en excelentes condiciones para mirar hacia adentro. Solo necesita tener fácil acceso a las tecnologías de nueva generación.

Hoy se puede trabajar en las mayores empresas internacionales desde el propio domicilio, establecer relaciones estrechas con centros educativos punteros, controlar la salud y prestar asistencia sanitaria a los mayores de forma telemática y un sinfín de cosas más.

Con esa base podríamos escuchar a nuestros emprendedores antes de que se marchen para seleccionar los proyectos más participativos y apoyarlos con un sistema de microcréditos, que también está inventado. No olvidemos que algunos proyectos estrella del mundo financiero actual se gestaron y desarrollaron en un garaje.

Con todo, la dura realidad nos sitúa ante la necesidad de mantener un nivel de servicios básicos satisfactorio, tener un pueblo sin barreras arquitectónicas para los discapacitados, que sea confortable socialmente para nuestros mayores y que sea solidario con los más desfavorecidos por la crisis. ¿Demasiados objetivos? No convendría olvidar que "la riqueza, para que sea sostenible, tiene que ser compartida" (1).

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(1) La frase está tomada del libro " El euro " del premio Nobel de economía 2001 Joseph E. Stiglitz. Pepe el Fusu (Noreña, 1924), con sólo estudios primarios, nos advertía ya en los años setenta de las injusticias que genera la desigualdad.

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