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La serliana

La plaza (de) Dominganes

Este espacio urbano naveto, por el que unas veces transito y otras levito, hunde sus raíces en la larga historia de esta comunidad. Poco o nada se conoce del origen del topónimo, aunque ya aparece en cantares o danzas centenarias: "¿Qué pasará en Dominganes/que va p´allá tanta xente?/Van pa la foguera que faen/los amigos de la fuente".

Como ejercicio de aproximación a la realidad, voy a intentar desenmarañar, sin grandes aspavientos formales, la realidad del topónimo. Partimos de la base que Dominganes es una contracción o incluso sinalefa de dos nombres para formar uno; de tal manera que el nombre Domingo y los apellidos Yanes, Yanez o Anes están en la nómina de los elegidos.

No obstante, en un intento por ser más preciso, el análisis cronológico de la evolución del nombre puede ayudarnos a definir el momento de fijación del topónimo en cuestión. Los nombres latinos en contacto con el cristianismo, y, a su vez, romanceados, generan una riqueza onomástica que, a medida que notarios y escribanos medievales entran en escena, va dejando huella en los "protocolos notariales".

Los conocedores de la lengua de Livio nos apuntarían que el origen está en el compuesto "Dominicus Iohannis" que, al romancearse o en las formas habladas, va paulatinamente transitando hacia Domingo y Yanes (hijo de Yan-Juan) o Anes respectivamente. Así, el paso fue el siguiente: Encontramos un Dominco (ducumento de 964), un Dominigo (documento de 1024) y, por fin, un Domingo en uno de 1067, adquiriendo una presencia notable como antropónimo en la documentación desde el siglo XIII.

Por tanto, tendríamos un Domingo Yanes o Anes (Domingo, hijo de Juan), quizá hijodalgo, que, entre la Edad Media y la Edad Moderna, sería el poseedor de la finca o predio en la que manaba una fuente significativa. Con el tiempo el nombre se contrajo y la fuente, a su vez, dio nombre al espacio colindante: Plaza Dominganes.

En fin, la coincidencia con la realidad sería una grata sorpresa.

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