"Marzo, ñerarzo", decíamos los rapazos cuando íbamos a la escuela, allá por los años cincuenta, cuando todavía quedaba algo de la costumbre de salir a buscar ñeros, como herencia de lo que había sido tradición desde los tiempos antiguos. Mi padre, que tenía paciencia y dotes de observador, nos enseñó primero a encontrarlos, y luego a respetarlos, y era normal entonces para cualquier rapaz conocer a cada pájaro por el tipo de ñeru que construía, y hasta por el color y tamaño de sus huevos. No me olvidé de la emoción que se siente cuando, entre el tupido ramaje, uno se encuentra por sorpresa con el primor de un ñeru de ñerbata, por ejemplo.

Y también recuerdo el temor que me invadía cuando presenciaba los arriesgados equilibrios de algún mozo para no caerse, cuando, subido a la copa temblorosa y oscilante de un álamu, intentaba sacar un ñeru de pega (urraca-pica pica), así como lo peligroso que resultaba trepar a una castañal, pongo por caso, con la intención de apoderarse de los huevos, o la cría, de los reñidores y kamikazes glayos (arrendajo-"garrulus glandarius"), los cuales no dudaban en lanzarse en picado, con gran furia y escándalo, sobre la cabeza de la persona que osaba acercarse a su nido.

En otro orden de cosas, el día 1 nos dejaba Alfredo Marcos Martínez, que falleció en Oviedo a los 67 años. Era vecino de Purnea (Cuenya) y estaba casado con María Elia Nozaleda Omedo. Y el 4 finaba, también en Oviedo, María Sara Díaz Espina "Sarita". Sarita contaba 81 años y estaba casada con Francisco Rodríguez Espina, "Paco". Naturales ambos de Espinareu (Piloña), llegaron a Ceceda en los primeros años 60 del pasado siglo. Entonces solo había nacido Jaime, su primer hijo. Todos los demás, es decir, seis mujeres (Geli, May, Rosana, Mabel, Marta y Eva) y un varón (Gustavo), que fue el último, ya vieron la luz a lo largo de su estancia en la parroquia cecedana. Pues bien, tras vivir un cierto tiempo en el pueblo, en Ceceda, la familia se trasladó a La Quintana (La Vega de Ceceda), donde residió durante bastantes años, para finalmente domiciliarse, hasta el momento actual, en Les Arriondes, en la casa que habían construido, cerca del apeadero de Ceceda, Germán Ordóñez, Jefe de Sección de Vía y Obras de Económicos y Feve, y Alicia Loredo, su mujer.

Y el que suscribe guarda buen recuerdo de los tiempos en los que la familia Rodríguez Díaz vivió en La Quintana, pues fueron entonces vecinos de la nuestra, que vivía en El Rebollalín. De modo que tanto yo como mis hermanos Severino y Pablo compartimos vivencias, partidos de fútbol, romerías y baños en la presa de La Molinera con Jaime, hijo de Sarita, y con el resto de jóvenes de La Quintana, como José Luis Palacio y José Manuel Cristóbal. Hoy todos casados, y alguno hasta abuelo. Porque la vida sigue.