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Cronista de Noreña

Las cigüeñas de Noreña

El asombro de niños y mayores al ver a estas aves zancudas sobrevolar la villa

Ya no son portadoras de nuevos vástagos, ni tan siquiera las ponemos metafóricamente de ejemplo y de protagonista ante los anuncios de embarazos no embarazosos. También debieron de cambiar mucho sus costumbres con los cambios climáticos, fíjense lo que cambiaron, que hasta las vemos sobrevolar el casco urbano de Noreña. Llegan, otean, se alimentan, reposan, vuelven a otear y se van sin más dilación, dejando asombrados a niños y mayores ante tan extraña e inusual visita de estas zancudas migratorias, que tal parecen visitar el viejo condado en plan de inspección desde su África caliente, tierra que abandonan por encima de mares y de pateras.

Dicen los castellanos que suelen aparecer en el febrerillo loco y entorno a San Blas, cuando ya deberían de haberse ido los fríos invernales que ponen fin a las matanzas caseras que habían comenzado por San Martín. Ya lo dice el refrán.... "Por San Blas, las cigüeñas verás". Pero nosotros la avistamos hace unos días en este mes de abril y su figura en cercano vuelo hizo llamarnos la atención, así como sus pasos largos buscando alimentos en las cercanías de los meandros del río Noreña, su también largo y robusto pico, y su plumaje blanco bien protegido con alas negras. Pues ahora tenemos una pareja por vecina en las cercanías de la calle de La Viña donde anidó, según pudimos comprobar tras el aviso del avezado ornitólogo Juan Cortés, profesor en el instituto de Noreña y que estos termas de las aves los conoce mejor que nadie.

Hace años ya fotografié una que se detuvo majestuosa en la cumbrera del artístico panteón de Don Pedro Alonso Bobes en el cementerio noreñense, obra diseñada por el famoso arquitecto Manuel del Busto. Pues allí estuvo un buen rato ajena al bullicio del recreo escolar cercano, tiempo suficiente para dejar patente la contradicción de que no solamente visitaban los hogares donde aumentaban las familias según nos contaban, si no también las moradas finales que aguardan a los mortales. En aquel tiempo, según publicó La Nueva España, me preguntaba si en alguna próxima primavera, volveríamos a ver por Noreña aquella u otras cigüeñas viajeras transportando tierra, hierbas o ramas en su abundante pico rojo y construyendo su artesanal nido en la cumbre de algún chipo o en alguna torre del viejo condado, estancias que algún día visitó Rodrigo Díaz de Vivar "El Castellano" primero y El Cid Campeador después, y que haría temblar hasta a la mismísima Jimena, ante la inesperada - y quien sabe, si inoportuna- visita de tan zancuda ave, y es que en la Noreña que presume de hospitalaria, todo es y todo fue posible compañero.

Recomendaba el propio Juan Cortés de la conveniencia de reforzar con un nido artificial el que acaban de construir que no parece contar con robustez suficiente y así, asegurar la vuelta de las cigüeñas en la próxima temporada tal y como hicieron en La Virgen de la Cabeza en el cercano Meres.

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