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El cogollu

Evaristo

Jubilado del Escanciador y mayordomo emérito del Carmen en Torazu

Vecino de Villaviciosa y entregado a su tierra natal cabraniega, Juan Evaristo Fernández Gutiérrez falleció el miércoles en el HUCA a los 89 años. Era una persona querida y apreciada. Siempre escuché a mi alrededor hablar de Evaristo con alta consideración. Cuando conocí a su hijo lo empecé a entender. Cuando se hablaba de Evaristo, así, sin apellidos, no había duda, el de Torazu. Sólo había uno.

Era bueno, en el buen sentido de la palabra, y piadoso. Un preciso ejemplo de que el nombre que llevamos marca la personalidad. Evaristo en su etimología significa el agradable, el que es servicial. Ha hecho honor a su nombre. Ha sido uno de esos padres y abuelos modestos que se pasan la vida dando aliento, iniciativas y servicios a su alrededor, y que han agotado sus fuerzas, llegados al final del camino, como las semillas, que se apagan por haber hecho crecer a otras personas.

Evaristo Fernández Gutiérrez era hijo del comerciantes y gran emprendedor Juan Fernández Quirós, alcalde de Cabranes en 1936, y de María Gutiérrez Béjar, natural de Piloña. Su vida transcurrió en Torazu hasta que se trasladó con su madre viuda a Oviedo. Estudios mercantiles en Gijón le formaron para sus experiencias por Venezuela, Argentina y Andalucía, antes de recalar en las oficinas de Sidra Escanciador. En Villaviciosa también le tentaron sin éxito con cantos políticos, según se lee en el inmortal retrato que ha escrito el Cronista Oficial de Cabranes, Enrique Corripio. Presidente durante décadas de la Cofradía del Carmen, se le reconoció como mayordomo emérito y su funeral en Torazu, con su numerosa familia cabraniega y sus muchos amigos, ha sido una muestra más de los frutos de su vida. Una despedida con emoción y merecido homenaje a un hombre de bien.

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