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Los últimos druidas

Yerba, la faena del año

Siempre fue julio -mes añadido por los romanos- el tiempo de la yerba. No había fiestas, ni bodas, ni banquetes, ni romería en la aldea a no ser en las noches estrelladas, cuando descansaba el músculo de la jornada, un gaitero amenizaba el espíritu para, con el canto del gallo, volver con la dura melodía de la guadaña cebándose en la hierba fresca. Sólo la maldita fecha impuesta por Franco rompía las febriles, duras y, a veces, gozosas jornadas yerberas. Ahora las "Bellota", "Dos Liras o el "Toro" se han quedado en silencio y apenas si se usan para "esaveirar" porque todo lo hacen las "Bertolini" o los tractores con la segadora que más le conviene. Nuevos tiempos y maneras diferentes de recoger el heno para cebar el ganado. Dura faena, como todas las del campo, al que habría que prestar mayores atenciones y cuidados. A partir de hoy todos a los pastizales y a ser generosos y solidarios -como lo fueron nuestros padres y abuelos- unos con los otros.

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