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El cogollu

Sidra, tambor y gaita

El llagar de Estrada, una referencia para los navetos

Ausente en cuerpo, el alma se encuentra en Nava en estos días en el Festival de la Sidra. Como el sentimiento de miles de hijos de la tierra que están lejos de la plaza Manuel Uría, permanecemos unidos en el alma y en las redes. La distancia te lleva a dedicar más tiempo a observar la tierra desde fuera que desde dentro. En una de esas observaciones regresa a la memoria el recuerdo de un sábado de Festival de la Sidra en los primeros años noventa, en el llagar de Estrada, en Quintana, aún en vida del inolvidable Julio Estrada, fallecido en 1995. Un llagar, una sidrería, un chigre que ha sido para los navetos una institución al ser testigo de gran parte de la historia local.

Lisardo Lombardía ha sido hombre de tender puentes. Puentes con la cultura, con las tradiciones y con las gentes. Haberle conocido sobre el Puente de los Santos, entre Castropol y Ribadeo, resultó toda una predestinación. Lombardía une pueblos como hizo con Nava y Lorient. La comarca le conoce bien. Como médico de familia y como promotor cultural. Desde el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA y ahora desde Lorient (Francia), el lavianés deja huella por donde pasa. Nava aprecia su labor de "pontífice" de la sidra. Emilio Ballesteros Castro, Julián Fernández Montes y Xuan de Con cruzaron los puentes de Lombardía hacia Bretaña.

Aquel sábado de un festival volvíamos a lo de Estrada. Con el atento servicio de Joaquín Terán, Monchu Fernández, Edita Fonseca y Begoña Robledo, la espicha anual reunía a unas decenas de colegas, deseosos de la primera sidra del verano y gozosos con el condumio de Elena González, hoy viuda de Julio, y Carmina Alonso. Y como manda la tradición, se bebe y se canta. Así Lombardía, en su labor, se encargó de la música y se presentó en el llagar de Estrada con José Ángel Hevia, con la gaita, y su hermana María José, con el tambor. Fiesta completa, esencia asturiana. Nada faltaba. Buen yantar, mejor beber, y gaita y tambor, en las manos más excelentes. El artista de la Villa se encontraba a las puertas de su gran salto internacional. Pero la perfección no es de este mundo. Y la gaita resultó insufrible en el interior de "la nave de les espiches" de Estrada. Una, dos tal vez, y poco más. Sidra y embutidos, en abundancia.

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