Este año la romería del Carmín tiene novedades, entre ellas extremar al máximo la seguridad de las personas que van a compartir la gran romería del verano asturiano ante un posible ataque terrorista.
Si pudiéramos subirnos en una máquina del tiempo y hubiésemos leído hace unos cuantos años el titular "Siero aumenta las medidas de seguridad en el Carmín por la alerta terrorista" no entenderíamos la causa de esta decisión.
Lamentablemente la evolución de los tiempos que nos toca vivir hace que no nos extrañe esta medida, incluso que la agradezcamos.
No nos levantamos a diario siendo conscientes de que España está en el nivel 4 de alerta antiterrorista. El siguiente, el 5, que es el máximo, se reserva para inminente atentado. No lo hacemos porque no podemos condicionar nuestras vidas al miedo, al alarmismo, a no acudir a un concierto, a un partido de fútbol, a un espectáculo multitudinario o a una romería que congrega a miles de personas.
No salimos de casa pensando que nuestro tiempo de ocio se puede convertir en una catástrofe o que estar en un lugar concreto puede suponer un riesgo para nuestra seguridad. No lo hacemos porque si fuera así viviríamos en un continuo aislamiento, sintiendo terror a la hora de salir de casa y transmitiendo todo lo que esto conlleva a las generaciones más jóvenes, condicionando en extremo su libertad y su carácter.
Me niego a vivir con miedo pero, evidentemente, aplaudo cualquier decisión que salvaguarde mi integridad física y la de la sociedad en la que convivo, la seguridad siempre suma. Agradezco a todas las personas que han visto necesaria esta medida y a todos los que el lunes del Carmín van a trabajar para que los romeros disfruten un año más del Carmín. Las fiestas son nuestras tradiciones, parte de nuestra identidad social; si se adaptan a los tiempos, nunca se perderán.
