"Dicen los viejos que en este país hubo una guerra?

Pero yo solo he visto gente

Que sufre y calla

Dolor y miedo

Gente que solo desea su pan,

su hembra y la fiesta en paz"

( Jarcha 1977 )

El verano después de las elecciones de junio de 1977 llegó cargado de promesas de libertad, por fin todas las opiniones iban a ser igualmente consideradas. En la vida municipal empezaron a ser manifiestas las discrepancias políticas, pero ya nadie se podía atribuir pensar por los demás.

En esa época, en Noreña teníamos serios problemas urbanísticos y de abastecimiento de aguas. Además, habíamos perdido nuestro preciado instituto, obligando a los alumnos a continuos desplazamientos. El Matadero Municipal estaba inmerso en una profunda crisis que podía afectar a la floreciente industria cárnica y, aunque el campo de fútbol Alejandro Ortea acababa de inaugurarse, otras infraestructuras como el polideportivo, la piscina municipal o la Casa de Cultura eran solamente una permanente aspiración popular.

En palabras de Choche en su brillante retrato apócrifo de la villa escrito para el portfolio de ese año. "los anarquistas del Ambiguo, los progresistas de Asemeyu y los reformistas del MPJ se fundían en la necesidad de un cambio de mentalidad con la esperanza de un futuro mejor que un pasado lleno de autoritarismo". También se podrían subir al carro los demás jóvenes que tenían puestos sus sueños en unas relaciones sociales sin discriminaciones y con igualdad real entre sexos.

Aquel fue el verano de "Jarcha", y también el de "Bee Gees", "Abba", Camilo Sesto o el de las misas campesinas de Carlos Mejia Godoy. Tiempo del campamento en la casa de Mohias con el relevo en la dirección del MPJ, de música "underground" en el salón parroquial, pero también el de la llegada de los primeros gramos de hachís o marihuana. Un número significativo de artículos insertados en el libro de fiestas vislumbraban ya la posibilidad de un choque intergeneracional.

Las vacaciones volverían a acabar con las fiestas del Ecce-Homo, todavía en aquellos años el momento clave por excelencia de las relaciones sociales. Sin embargo, las fiestas, que mantenían su prestigio religioso, ya habían iniciado su declive con un agonizante baile del Caldo y con la desaparición de los espectáculos del programa de Festivales de España. Los esfuerzos de Josón y sus muchachos por salvarlas se saldaron con la visita del grupo folk "Nuestro pequeño mundo" y la ilusión óptica de películas como "Furtivos" y "Aquellos chalados en sus viejos cacharros".

Desde entonces ya han pasado 40 años. En palabras del autor del tango, solamente dos veces nada. Pero estos años nos han llevado al periodo más largo en el que todas las opiniones de los noreñenses han tenido el mismo valor. Años de progreso económico y social que nos han permitido completar las infraestructuras básicas para el disfrute de la comunidad. Años también en los que nuevas generaciones se han podido preparar para enfrentarse con solvencia a los problemas de un mundo globalizado, aunque por desgracia su destino esté alejado de aquí.

Sin embargo, los negros nubarrones que se ciernen sobre nosotros parecen presagiar un futuro mas incierto. Aviso para navegantes: solo una de cada cinco empresas que se anunciaban en el portfolio de 1977 se mantiene actualmente en pie.

Fuente: Porfolio de Fiestas del Ecce-Homo 1977. Sonofe.