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Pliegos de Bimenes

La administración de lotería de San Julián

Una vieja demanda vecinal para que los yerbatos no sigan sintiéndose marginados

Javier Montes y Cristina forman un joven matrimonio con dos niñas que decidieron continuar con el estanco familiar de San Julián, el único que existe en el concejo yerbato. Este establecimiento emblemático, que lleva en manos de la familia desde hace 75 años, empezó con la abuela de Javier, Leonides la Estanquera, en el año 1942, tras enviudar de su marido, fallecido en la Guerra Civil. Después llevó las riendas del local la hija de esta, Teresa, hasta su jubilación. Un negocio que con el paso del tiempo se constituyó en una de las señas de identidad del municipio.

Javier pretende que, para complementar su negocio, le sea concedida una administración de lotería por parte del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado al quedar el concejo huérfano de ella tras marchar su anterior adjudicatario. Desde entonces, los vecinos de Bimenes, para sellar una quiniela o comprar un décimo de lotería, tienen que desplazarse a los concejos limítrofes con el consiguiente gasto que ocasiona y el perjuicio que acarrea a una población ya de por sí envejecida.

Javier Montes lleva siete años clamando en el desierto. La Administración sigue haciendo caso omiso al servicio público que la población demanda. Una y otra vez su solicitud es denegada. Se escudan en varios criterios, uno de ellos la población, muy cuestionado, pues ya se concedieron a lugares con incluso menos habitantes que Bimenes. Esta petición está refrendada por el apoyo de 1.000 firmas recogidas entre el vecindario, con una declaración institucional por parte del Ayuntamiento yerbato, e incluso el asunto llegó al Parlamento asturiano, pero los muros de la Administración siguen infranqueables.

¿Así pretenden evitar el éxodo rural? ¿Así pretenden atraer a la juventud? La clase política tiene aquí un caso para demostrar que va en serio y apuesta por el medio rural; sin duda, un buen ejemplo para que las palabras se muden en hechos y que la gente perciba que es tenida en cuenta. Una gran oportunidad para empezar a tejer la telaraña necesaria para ir fijando población poco a poco. Ya lo dice el refrán: "Un granu nun fai graneru, pero ayuda al compañeru".

Es sangrante el desmantelamiento incesante que sufre Bimenes, y en general todas las zonas rurales, ante la desidia y la incompetencia de aquellos que ven como las casas se quedan vacías y los pueblos languidecen y mueren, mientras las tierras y los prados se hacen monte.

Todos deseamos que esta vieja demanda vecinal, con la misma dosis de voluntad que de sentido común, se convierta en realidad para que los yerbatos no sigan sintiéndose marginados por mucho tiempo más.

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