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El hombre bueno del socialismo asturiano

A Fonso del Corro, persona sencilla, de sonrisa prendida en los labios y palabra precisa y preciosa

Habíamos llegado a aquella paramera de El Ferral del Bernesga (CIR-12) un ocho de marzo de 1966. Hacía años que no pasaba tanto frío con una escarcha semejante a una gran nevada. Me correspondió la "Cía-20-5º-Bon" que mandaba un teniente llamado Domingo Rivera. Pertenecía al cuerpo de ingenieros, ignorando que las relaciones con los hombres difieren del compás, reglas y cartabones. Había que aprenderse los nombres de todos los jefes: Carlos Carracedo, comandante de artillería (fajín azul de Estado Mayor) y Leoncio España Gutiérrez, el coronel de los miles de reclutas que aprendíamos la instrucción durante tres meses.

Allí, entre el frío, el calor, el polvo y las órdenes a toque de corneta, tuve el feliz encuentro con quien sería mi amigo del alma, Alfonso García del Corro. Llevaba una gafas oscuras y era la prudencia personificada. Por afinidades nos fuimos uniendo unos a otros, y así resultó un grupo alegre, dinámico y solidario. También me cruzaba muchas veces con el pintor Manolo Linares, que trabajaba en la carpintería y con paneles de madera ya pintaba unos bellos cuadros para el coronel. El ciclista Luis Balagué lo tuve también de compañero en aquel inhóspito lugar, renegando de todo y esperando la jura de bandera para volver a su querida bicicleta por las carreteras de Asturias, de España y de Francia. ¡Ay Luisín, qué bellos tiempos!

En el grupo había un anarquista de alta cultura, J. A. Expósito, que nos daba arengas de la España en que vivíamos y la necesidad de cambiarla. Después del toque de paseo dábamos vueltas arriba y abajo por las choperas del río, para pasar desapercibidos, y de aquellos encuentros salieron ideas solidarias que con el tiempo llevaríamos a la práctica.

Años después, Alfonso, con los principios del más puro y cristalino socialismo, comenzó a trabajar por sus ideas, y así coordinó los Valles del Trubia, Belmonte, Somiedo? organizando candidaturas para las legislativas y las municipales rodeado, entre otros, de César García Arias, Balbino Menéndez, Ramón Argüelles, Juanín Piedad, Antón Fuxó, Carlinos Matalforno, Roberto, Casimiro, Mino Fervienza? todos ellos alcaldes y concejales con el tiempo.

Alfonso del Corro fue un puntal indispensable, y gracias a su labor y estímulo fueron naciendo las diferentes agrupaciones socialistas por un lado y por otro. Sencillo, prudente, con la sonrisa siempre prendida en los labios y la palabra precisa y preciosa, Fonso fue una pieza clave para que la rosa socialista gobernara durante muchos años en la comarca.

Diez años más tarde coincidí con Alfonso del Corro en la Consejería de Obras Públicas y Turismo que llevaba el buen amigo Pedro Piñera. Fonso fue llamado para el Gabinete y este cronista para poner en marcha, junto a Tomás Flores, la Dirección Regional de Turismo. Fueron aquellos años tiempos de mucho trabajo, pero de hermosas relaciones e ideales compartidos y de un trabajo serio que fue cambiando y dinamizando una Asturias que deseábamos vertebrar en todas sus líneas.

Desde entonces, Alfonso fue un paladín indispensable en el PSOE (AMSO, FSA?), como lo muestran sus compromisos allí donde su presencia era necesaria. Amado en su querida Nava por jóvenes y mayores, Fonsín se fue al otro lado del tiempo cuando unos y otros lo necesitábamos para seguir haciendo un mundo más libre, más justo y mejor. Queda con nosotros su ejemplo y la labor de un hombre íntegro y de un socialista en el amplio y extenso valor de la palabra

Un grupo de familiares y amigos le dimos el último adiós con unas sentidas y emocionantes palabras de Pilar Alonso y su trayectoria vital y política en la voz de Suso Sanjurjo, también visiblemente consternado. Casi al final del acto, para mis adentros recité, con los ojos clavados en el féretro, la última estrofa que Miguel Hernández dedicaba a un amigo del alma: "?A las aladas almas de las rosas/ de almendro de nata te requiero/, que tenemos que hablar de muchas cosas,/ compañero del alma, compañero". Descansa en paz, Fonsín. Tu noble corazón estará siempre en nuestros valles.

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