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La singularidad de Noreña

El poder eclesial, una de las claves de la supervivencia histórica de un pequeño concejo rodeado por Siero

Desde hace siglos el mapa geográfico asturiano mantiene la excepcionalidad de un pequeño territorio en la zona central rodeado completamente por las tierras de su concejo vecino. En Noreña el más mínimo desplazamiento nos lleva, inevitablemente, a Siero. Al menos, para los noreñenses, siempre han despertado interés las cuestiones sobre este insólito hecho.

Preguntas inevitables como ¿cuándo se forjó esta realidad? ¿Por qué se consolida durante siglos?, ¿ha sido constante en toda la historia? han alimentado nuestras conversaciones diarias. Inevitablemente, ahora se habla más de nuestra situación actual y, sobre todo, del futuro que nos espera a la vuelta de la esquina. Intentaremos ir por orden.

Entender los orígenes de esta historia no parece muy complicado. A comienzos del siglo XIV, sólo necesitamos un río (afluente del Nora), un castillo y un señor feudal. A partir de ahí, Rodrigo Álvarez de Noreña, proactivo en las intrigas palaciegas en años de Reconquista, acierta a prohijar un hijo bastardo del rey de Castilla y ¡casualidad! Enrique II de Trastámara termina siendo también rey. Azar y necesidad, como diría Monod, en el origen de la vida. Eso sí, tanta influencia conseguirá retrasar 40 años la ejecución de la Carta Puebla que Alfonso X concedió a Pola de Siero.

En agradecimiento a los servicios prestados, y siguiendo la tradición, otro hijo fuera del matrimonio real, Alfonso Enríquez, heredará este territorio como primer Conde de Noreña. Aquí comienza la segunda parte: ¿por qué nos hemos mantenido?

Resultó que entre los sucesores no hubo acuerdo, y el conde rebelde, con sus luchas e intrigas, obliga a su hermano Juan I a buscar aliados para la defensa de sus territorios y cede el condado de Noreña al obispo de Oviedo, a la sazón Gutierre de Toledo, compañero fiel en el campo de batalla. ¿Podría estar aquí la clave de esta singularidad y quizás de la idiosincrasia de la villa?

Con la Iglesia hemos topado. Han sido siglos de estricto control del condado por ella. Como contrapoder, ha permitido sobrevivir a un concejo tan pequeño sin grandes sobresaltos durante siete siglos. Por otra parte, la escasez de tierras contribuye a forjar una sociedad de mercaderes artesanos, clérigos con probablemente niveles distintos de alfabetización que su entorno. Y no podemos olvidar el influjo doctrinal de esta situación que perduraría hasta los años sesenta del pasado siglo. En esas fechas todavía era perceptible en el desarrollo de la vida diaria el peso de los siglos de titularidad del obispo de Oviedo como Conde de Noreña.

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