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El termómetro

Tristeza climática

Sobre el tiempo y nuestras muchas dependencias

El tiempo este finlandés que tenemos da mucho que pensar. La gente está quemadísima, medio deprimida, porque no puede organizar nada al aire libre ni tomar algo en una terraza. Ese es el sentir general.

Es cierto que la cosa acaba convirtiéndose en una especie de tristeza climática, con tanta lluvia y tanto cielo encapotado, y hasta aquellos a los que nos importa más bien poco que llueva o no termina por cansarnos esta insistencia meteorológica. Pero esa no es la cuestión. Lo que debería hacernos reflexionar es que, por muy finlandés que sea el tiempo, no somos Finlandia. No tenemos esa potencia industrial, tecnológica y financiera. Por esa razón, dependemos demasiado del tiempo. De que haga bueno para que funcione el sector servicios, para que se llenen las playas y los chigres.

Esta dependencia por partida doble, del tiempo y de los turistas -que no tienen en el sur, por ejemplo, donde el tiempo es mucho menos traidor, por más que de vez en cuando les de alguna que otra sorpresa- nos hace muy vulnerables, y lo más triste es que el único sector productor por el que tiran algunos convencidos es el campo, que también depende enormemente del clima.

Los agricultores con los que hablo del asunto están desesperados porque la tierra tiene tanta agua que las plantas no crecen porque las raíces se embotan, y siempre que han querido plantar se han encontrado con una tierra saturada con la que es imposible trabajar.

Hemos llegado a un punto en el que el refrán "nunca llueve a gusto de todos" ya casi no tiene sentido, porque ahora no llueve a gusto de nadie.

En fin, quizá los que estamos al otro lado de la barra en la fiesta o esperando por una terraza para sentarnos no deberíamos quejarnos demasiado del mal tiempo porque, en realidad, tampoco es para tanto.

Aquellos que organizan fiestas o que tienen sidrerías, chiringuitos, hoteles rurales y demás empresas del sector servicios sí tienen derecho a quejarse, porque por más que su negocio dependa del tiempo y estemos en Asturias, la cosa se ha puesto excesiva. También es comprensible que la gente del campo esté que fuma en pipa.

Los demás quizá deberíamos pensar en empezar a ahorrar desde ya mismo para irnos de vacaciones por todo lo alto a una plaza más segura: Almería, Atacama, el Sahara...

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