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Cronista de Lugones

Mirada retrospectiva de nuestro pueblo

Las grandes transformaciones, centralizadas en la segunda mitad del siglo XX

Son obvias las transformaciones experimentadas por nuestro pueblo, especialmente a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX. Los distintos indicadores evidencian una evolución progresiva a tenor de los nuevos tiempos sin duda por la crucial situación privilegiada en la región. Así de pueblo rural y campesino, Lugones ha pasado a convertirse -a partir aproximadamente de los años cincuenta- en un enclave de carácter eminentemente industrial; y, por último, desde finales del siglo XX, en villa de servicios, gozando de plena autonomía en este sentido.

Dicho lo cual, cuando era un pueblo rural y campesino llegó a contar con unas 70 caserías. Aclaremos que campesino puede definirse como el que vive en el campo o el que tiene fincas en el campo y las cultiva por su cuenta. A decir verdad no nos atrevemos a distinguir y diferenciar al campesino, al labrador y al agricultor. Para que el lector se pueda hacer una idea de los cambios sufridos con la industrialización, ofrecemos algunos datos de tiempos lejanos. A finales del siglo XVI, el 70% de la población asturiana era hidalga, llegando el 89% al siguiente siglo, crecimiento que parece continuo. El porcentaje de nobles indica que las diferencias en los niveles de renta eran grandes; así como que la mayor parte de los hidalgos vivían en núcleos de población pequeña. Menos del 4% de los nobles vivían en Oviedo, un 38% en las villas asturianas más importantes, y el resto, cerca del 60%, en pequeños pueblos. Por tanto, la mayor parte de la nobleza vivía en el campo y del campo, entrando dentro de lo que se puede entender por campesino. Señalemos que hidalgo era una persona de ánimo noble y generoso, también se utilizaba para nombrar a lo que pertenece o relativo a dicha persona y al individuo que pertenece a la nobleza o a una clase distinguida.

No es extraño que, durante mucho tiempo, la propiedad en Asturias se encontraba en poder de los privilegiados. En su carta sexta a Antonio Ponz, el ilustre Jovellanos afirma que los mayorazgos, monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios de Asturias. Aclaremos que Ponz fue historiador ilustrado, pintor y viajero español en el siglo XVIII. En cuanto a mayorazgo, se trata de un derecho civil que permite transmitir por herencia al hijo mayor la propiedad de los bienes de la familia; el mayorazgo tenía como fin evitar la disgregación de las fortunas.

O sea, que la sociedad moderna asturiana estaba constituida por dos grupos. El primero de ellos, el de los privilegiados, compuestos por la nobleza, el clero, cabildos catedralicios y monasterios.

A éste, en el siglo XVIII se agregó una potente burguesía de indianos acaudalados y de comerciantes enriquecidos que, por su situación económica, y también por las relaciones matrimoniales, participaban de su situación privilegiada. Al otro lado de la estructura social se encontraban los grupos de campesinos, formado por la verdadera sociedad rural, que, sin recursos propios, tenía como misión fundamental trabajar para alimentar malamente a su familia.

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