La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En nombre de todo el comité del PC de Langreo

Armonía, una ciudadana ejemplar

En memoria de Liberata Martínez Giganto, militante del PC fallecida a los 91 años

Hay personas cuya biografía, excepto para sus familiares, amigos y compañeros, son casi desconocidas para el resto de los mortales; personas que pasaron por la vida como de puntillas pero que realizaron una enorme y callada labor en defensa de unos ideales y que lucharon por defenderlos en tiempos oscuros y hostiles sin importarles los graves riesgos que estaban afrontando y que llevaron además una vida difícil, llena de sacrificios y privaciones.

Esta mujer de aspecto frágil, en los años duros de la dictadura aprovechándose de su actividad laboral (vendía fruta puerta a puerta por los barrios de Langreo tirando de un carro) recogía en casa de un camarada en La Felguera, propaganda y prensa del partido (Mundo Obrero) y, oculto entre las cajas de fruta lo llevaba para su casa, y después, nuevamente oculto entre la ropa, desplazarse hasta Laviana, en donde se lo entregaba a otro camarada. Hasta la legalización del partido, en una época donde uno se jugaba algo más que la libertad, esta mujer era, sino la más importante, una pieza fundamental en el aparato de propaganda de la organización.

Por eso me parece justo que su conducta admirable tenga un reconocimiento público, aunque sea modesto; esta camarada a la que hago referencia no es otra que Liberata Martínez Giganto, más conocida como Armonía (un nombre que hace honor a su carácter, y que fue deseo de su padre, un tenaz anarquista que quiso que ese fuera su nombre) y que murió el pasado 27 de julio a los 91 años de edad.

Militante del PCE, sentí siempre por Armonía un especial cariño, aprecio y admiración y no solamente por ser una luchadora infatigable, entregada y discreta, sino también por otras muchas cualidades, como austeridad (la verdadera austeridad vital, no la impuesta desde fuera), la discreción, la generosidad, el buen juicio, virtudes cívicas que tanto se echan de menos en estos tiempos en los que vivimos, en los que tanto abundan los intereses más bastardos.

Por todo ello, sirvan estas líneas como expresión de mi más sentido y profundo reconocimiento y homenaje a la camarada Armonía, una de las personas cuyo gran ejemplo tendremos siempre presente y que a partir de ahora pasará a formar parte de ese elenco de hombres y mujeres anónimos y que gracias a su esfuerzo, entrega y sacrificio hoy podemos disfrutar de un estado de libertades.

Compartir el artículo

stats