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Desde mi Mieres del Camino

La verdadera historia de una humilde tertulia

Los asuntos locales, el objetivo de este grupo de veteranos mierenses

Dicen las lenguas de doble filo, en el argot asturiano, que "alábate boroña, que no hay quién te coma". No es el caso, ni mucho menos. Nuestra salida a escena responde más bien al ruego (en ocasiones), o a la exigencia (en muchos casos), de convecinos que nos demanda "dar la cara" y no escondernos tras los pliegues - salvo el que suscriben- de unas modestas y periódicas croniquillas en las que se pretende aportar un grano más de arena para la correcta y cordial convivencia ciudadana. Pues bien, aquí nos tienen, en plena pose, sin ánimo de protagonismos maquillados, sino con la mesura de un interés común por los distintos aspectos de la vida comunitaria de un pueblo, especialmente aquellos que a lo largo de la reciente historia, dejaron huella. Y conste que la configuración gráfica que complementa este trabajo, responde a la mente, más o menos calenturienta, de uno de los "satélites" del grupo, de cuya identidad se hablará más adelante.

En primer lugar, aunque sea reiterativo, no es intención de asumir papeles, "de cara a la galería", ni personal ni colectivamente. Que el asunto quede claro. En segundo término, nuestra filosofía es un pequeño intento de hurgar en el pasado con el fin de sacarle punta a la historia y aprovechar las lecciones del pretérito, con vistas al presente y al futuro. También el deseo de dejar constancia, según observaciones, del interés analítico de los tertulianos, de aquellos pequeños pero siempre molestos defectos en el panorama público del municipio, que puedan afectar a la sana convivencia ciudadana, sin olvidar las notas positivas que surgen de vez en cuando y que conviene airearlas.

Sin más, por orden no jerárquico, sino de ubicación en la orla, de izquierda a derecha, ahí tienen ustedes "Al Jefe" -aunque él se resiste a ello- en la figura de Constantino Díaz "Tante", promotor y mentor autorizado de la tienda-museo en la calle Antonio Machado, donde se puede encontrar lo inimaginable y cuyo escaparate sirve de cartelera para exponer protagonistas y hechos de épocas pasadas. A su lado unos botellines de licor que nada quieren decir con respecto "Al Jefe", porque se declara abstemio, pero que guardan significado puesto que se trata de un embotellamiento personal de la tertulia, con anís corriente de la desaparecida La Alcoholera Andaluza, símbolo de un Mieres en su día rutilante.

Le sigue el menda, a quién le colgaron el sambenito de "el periodista" y que le corresponde, a su modesta forma, el percibir los asuntos y trasmitirlos públicamente para su difusión.

A continuación se encuentra "El Profe". Hay, señor, señor, con "El Profe". Sangre, sudor y lágrimas costó sacarlo a la luz, y hasta la fotografía tuvo que ser por sorpresa. Y es que Florentino Romero apodado cariñosamente Homero, es, al natural, la modestia personificada y huye, como alma que persigue el diablo, de todo lo que suponga notoriedad personal. Y miren ustedes que el amigo sabe más que la tira de la historia de Mieres con personajes, hechos, acontecimientos de relieve, infraestructura, parentescos y demás lances de un pueblo de tales características. Pues nada, que lo tenemos con unos "morros así de largos" desde que supo que iba a salir a la palestra como miembro de la tertulia.

Un simple descenso de escalón en la instantánea nos coloca frente "Al Músicu". Podía tratarse de un mero apelativo a consecuencia de la alegría y ambiente que suscita a su alrededor. Pues no, porque José María Castillo "Chema" para los amigos, es músico de vocación, concepción y dedicación. De casta le viene al galgo por sucesión familiar, y como tal ejerció en orquestas y en la Banda Municipal de Mieres. Actualmente forma con voz y creo que con cierto voto, en el Coro Armonioso de la Escuela de Música de Mieres. Y que decir de su inquietud por los valores y bienestares de su pueblo?

Llegamos, sin más, a la altura de Honorino Villa, "El Discreto" y nunca mejor aplicada la definición, porque este mierense, de amplio estatus laboral en su día, es la discreción personificada hasta que, alguien le demanda información de éste o aquel asunto del pueblo. Entonces, sin el menor ánimo de hacerse "el sabiondo, sino todo los contrario", sí hace gala de unos conocimientos profundos sobre mil y una circunstancias de la reciente historia y el presente mierense, con algunas puntualizaciones en plan de juicio y veredicto, que dejan a más de un contertulio con la boca abierta.

Y por fin llegamos "Al Investigador", es decir, José Antonio Vega. El que suscribe, conocedor, se precia, de la realidad mierense, por su reciente y actual labor informativa, no atisba, ahora mismo, en el horizonte local y hasta comarcal, a nadie con tanta carga de inquietud e ilusión, por "rebuscar" y descubrir hasta el último detalle de la historia local de los últimos cien años, que la que desplegó y despliega constantemente, en plan vocacional, y si quieren obsesiva, que nuestro compañero en la Tertulia. De ello darán buena cuenta los acontecimientos cercanos a este próximo fin de año. Y verán como el tiempo dicta sentencia.

De más que obligado cumplimiento es citar una "escondida" semilla del cartel expositor de "Por el Camino", a la izquierda del pergamino, medio oculto y a la sombra de la figura del cronista. Se trata de "El Fotógrafo", el que parió todo este montaje, captando el gesto más revelador de cada uno de los componentes de la Tertulia y dejando para él, por tendencia humana, ese gesto de humildad cuando, de hecho, ha sido primera figura del invento. Se trata de José Ramón Viejo, activista pleno del grupo, locuaz donde los hay y "sangrín" con joven savia que inyectar a sus sesudos compañeros. Cartero de profesión obligada, es vocacional y sabiamente, fotógrafo y divulgador, a través de las modernas formas de "explayarse", las que dicen llamarse hoy redes sociales.

Y finalmente casi sin darnos cuenta, nos queda una última figura que aparece un tanto difusa y con cierto aire despistado, gesto, que nos consta, no estaba previsto. Su porte a lo caballero inglés contrasta seriamente con una personalidad harto conocida. Escrito está que se trata de "El Historiador". Y ahí podíamos poner punto final, pero, por pudor a la realidad de los hechos, añadiremos que se trata de Ernesto Burgos, el gran divulgador de la historia mierense y sus cercanías, con personajes y aventuras que abren del par en par las puertas del pasado. ¿Porqué su discreta concurrencia, como si se hubiese "colado" en la escena? Ni discreto ni coladura. Se trata del profesor de profesión y sabio en difundir, el que cada martes, en LA NUEVA ESPAÑA, nos deleita con sus crónicas y reportajes de alto voltaje. No es miembro activo de la Tertulia, pero sí se identifica, nos visita y asesora.

Y aquí, en estas líneas malamente pergeñadas por el que suscribe, se encuentra la realidad de un pequeño grupo de mierenses, que ha sentido la necesidad de reunirse periódicamente - a la semana - para comentar y sacarle punta, con el beneplácito del periódico, a los pequeños temas que, en definitiva configura la vida cotidiana de los pueblos. Nos complementa el anagrama concebido por Adrián Vega, al que puso firma el incomparable Tinso. ¡Ah! Sin olvidos. No existe, en el grupo, discriminación alguna en temas como el sexo, ideologías, creencias y demás. ¡Ojo al dato!

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