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El Cuarto Reich: el triunfo del capitalismo alemán

La conquista germana de Europa se ha acabado fraguando gracias a la economía, y no por las armas

Los descendientes de los súbditos del emperador Carlos V de Alemania, que también lo era de España, el primero, han aprendido a fuerza de ensayo, prueba y error que Europa no se puede conquistar por las armas. Así todos las conclusiones de conflictos militares, ya sea remontándonos a la Guerra de los 30 años, en la edad moderna, entre 1618 y 1648 o dando un gran salto hasta el pasado S.XIX, la Gran Guerra, primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918 y la más reciente y funesta Segunda Guerra Mundial, derivada de los efluvios expansionistas de Adolf y su Tercer Reich, han servido para que los teutones, que mantienen intacta su ansia de anexionar territorios, cambien las armas de fuego por las del capital, que son mucho más peligrosas, en un alarde de imaginación.

El capitalismo que nace de la doctrina protestante es actualmente pan nuestro de cada día. Y esta corriente de pensamiento surge precisamente en Alemania de las ideas de Martín Lutero, como escisión del cristianismo en torno a 1517. Básicamente y para llegar raudo a los tiempos de Cuarto Reich de la canciller señora Ángela Merkel, citar que esta doctrina propone el triunfo del individualismo, casi a partir del egoísmo, sobre el colectivismo de la tradición cristiana. Hay, al respecto y en esta linea de consideración, una ingeniosa e interesante revisión que, desde la antropología, hace el mexicano Roger Bartra sobre el "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe que bajo el título "El Salvaje artificial: Robinson Crusoe o el salvaje arrepentido" analiza los pormenores del triunfo del capitalismo sobre la naturaleza que yo humildemente me atrevo a calificar de "capitalismo salvaje". ¿A qué os suena también? Es más de lo mismo, la doctrina de la "mano invisible de mercado" de Adam Smith.

Siglos de campos del deshonor sembrados de cuerpos mutilados y desangrados por desamor de bombas, tiros, sablazos, lanzadas, centros de concentración, exterminio y eliminación han servido para mutar la estrategia de la máquina militar alemana hacia el marco primero y "su" euro después. Y ahí está el peligro, porque la agresión no es tan evidente; solo se manifiesta cuando no hay posibilidad de marcha atrás. Este es el nuevo credo de la primer dama europea, la semidiosa Ángela Merkel, que sirve para "sodomizar" a todos los restantes gobiernos, tanto a los que le siguen la corriente, muchos están es este rol, como a los que se lo intentan contravenir. Así, recien pasado el ecuador del verano 2015, el mismo día en el que el mejor equipo del mundo, el Sporting, espero que cercene la presunta progresión merengue en El Molinón; en éstas, digo, nos hemos enterado de que la Cámara alemana, como la española, ha aprobado la tercer ayuda a Grecia. ¡Coño! y ¿cómo se puede comer eso si hasta anteayer estaban apretando la yugular griega de Alexis y su gobierno? Pues sencillo de entender; cómo cae primero el mentiroso que el cojo, nos enteramos por la subversiva prensa -sí esa misma que todas las neoleyes quieren acallar- que un empresa alemana se hará con la gestión de los catorce aeropuertos de las islas que conforman Hellas. Fraport, que así se llama a entidad, es en el 51 % de capital público y ya tenía firmada la "patente de corso" antes del advenimiento de Syriza. Pero aunque la coalición "antisistema" y radical de locos griegos -esos calificativos o incluso perores reciben de los políticamente correctos- frenó la operación inicialmente, la necesidad se precipita como un cuerpo hacia el suelo por le ley de la gravedad, que también opera en política y economía, y deben "tragar" y bailar con la más fea...

¡Ah! Qué no me vaya por los cerros de Úbeda. Pues tenéis razón, coño. Ese tipo de inversiones valorados y definitivamente ensalzados por gobiernos como el nuestro montan lo mismo que la venta del aeropuerto de Ciudad Real por 10.000 euros, la del Hotel Ritz de Madrid, centros comerciales y negocios en áreas metropolitanas... Y peor aún se me antoja se llega a vender la esencia de un país, que debería gozar de un turismo de calidad por localización geográfica privilegiada y cualificación profesional, al todo a cien del "Sun, Sand, See...& Sex" que en la lengua de Shakespeare queda muy "chulo" y que en la de Cervantes es "Sol, arena, mar y ...sexo", que ya no pega tanto ni tan bien... Creo.

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