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A mi aire

Telefonía móvil

Los problemas con los servicios de atención de estas empresas

De entrada, debo confesar que nunca me hizo excesiva ilusión el uso del teléfono móvil, todo ello asociado al mal uso que de el se hace, e incluso en alguno de los casos con adicción enfermiza.

Con el paso del tiempo, al final "tragué" con el regalo de uno, programado para lo más simple, y para de contar. Además lo tengo apagado casi todo el día, salvo que tenga que salir, y como mis contactos resultan mínimos, pues poco movimiento tiene.

Hasta la fecha, estoy cansado de escuchar quejas de conocidos, a cuenta de la poca formalidad de la mayoría de las empresas del ramo, que sistemáticamente incumplen las garantías, con demoras importantes en todo lo referente a las mismas, caso omiso en las reclamaciones, y en general, llamarse andana en sus concesionarios.

Pero esta vez, pese a tener el móvil más pobretón del mercado, me tocó la muñeca de la rifa. Así por las buenas, lo enciendo y comienzo a recibir cada cinco segundos mensaje repetido, emitido por la compañía con la que tengo contrato, cuando llega a los ochenta sin poder parar esta incongruencia, me acerco al concesionario, no pueden hacer nada, remitiéndome a la central para que aporte soluciones.

Tras una hora de conversación, gracias al móvil de una amiga que encuentro, a la que le doy la mañana -gracias dobles, Ana- no solo no me aportan ninguna solución, sino que además se corta, mejor cortan, la comunicación.

Vuelvo a insistir posteriormente, nueva sesión de música, operador amable -"comprendo tu enojo José"- con el giro clásico impropio de nuestro país. Finalmente, pese a que el problema resulta imputable a ellos, me recomienda acudir a servicio técnico situado a ocho kilómetros de mi domicilio, pero la sorpresa llega cuando allí llego, y son simples vendedores, del resto nada de nada. Pero lo sangrante resulta que todo muy guapino a la hora de comprar, o darte de alta, para posteriormente, al primer problema, que ellos generan, traerte mareado hasta que te aburras de pelear tanto con el Maestro Armero.

Uno, se desfoga a través de estas líneas, sacando, de paso a la luz los atropellos que con los usuarios se comenten impunemente. Entiendo que ocurre con la mayoría de las compañías, no voy a citar a la mía, pero, ignoro el porqué, me viene a la mente un refresco muy conocido en mi época más joven, se llamaba Orange Crush.

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