A la vuelta de la esquina, enseguidina, El Carbayu, más pronto la novena para los devotos de la Virgen y, después, el día de la fiesta "por todo lo alto", porque allá arriba se encuentra, presidiendo a Langreo y a los langreanos bajo su manto.
Echo de menos todo, la visita que tan a menudo hacía a la Basílica, el asomarme al balcón y observar el valle del Nalón, el pasar todo el día allí cuando su cielo estaba despejado y un sol radiante nos ayudaba a estar tan a gusto hasta que oscurecía, el haber comido cosa rica a la par que establecíamos una conversación amena.
Por todo ello y mientras pueda, sigo perteneciendo desde hace unos cuantos años a la Sociedad de Festejos de El Carbayu y animando a su directiva a que siga luchando por esa celebración tan peculiar, aunque sea con mucho esfuerzo y poco dinero de momento.
Recibí carta de Luis Noriega, como también recibo de vez en cuando un correo de su presidente, Julio González, inquietos por mi salud, cosa que les agradezco infinitamente. Y yo, desde "la meseta" y escribiendo las líneas que me viene permitiendo LA NUEVA ESPAÑA, sigo acordándome de todos ellos y, repito, de su gran tarea.
Mis deseos profundos al Carbayu, a su directiva, a sus devotos y a unas fiestas memorables que no pueden ni deben decaer, sino todo lo contrario: crecer. Mi más sincera enhorabuena y a pasarlo bien un año más, como este 2015.
