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Desde la Meseta

Recuerdos

Don José Manuel García, el antiguo cura de Barros

Quien lee el periódico, se entera de todo, o de casi todo. Así que leyendo después de desayunar LA NUEVA ESPAÑA me viene, mejor me vuelve, el buen recuerdo de Barros, sus fiestas y, sobre todo, de su antiguo párroco, Don José Manuel García, que todas las semanas escribía un sabroso artículo en este periódico, bajo el título "Desde mi ambón".

Fui lector de Don Manuel durante mucho tiempo, hasta que un día y aprovechando un viaje a Langreo, me acerqué hasta la casa parroquial y piqué a su puerta con insistencia. A una de sus ventanas apareció una señora que me dijo: "Manolo está malu en la cama", a lo que le respondí: "Pues yo no marcho sin verle, vengo expresamente a conocerle". Ante mi insistencia, al final me abrió la puerta y pasé a la habitación donde un gran hombre, o un hombre grande, se encontraba postrado en la cama y tosiendo fuertemente sin parar. Mejor o peor nos saludamos entre tosido y tosido, y hasta nos dio tiempo a reírnos: fue nuestro primer encuentro. Después hubo más encuentros y en mejores circunstancias. Después charlamos mucho tiempo por teléfono y hasta altas horas de la madrugada. Estaba inquieto con poner en marcha su internet, sobre todo, por poder cruzar correos con algunas amistades y enviar su artículo semanal.

Después pasó lo que pasó, que fue su gran disgusto cuando el techo de media iglesia se vino a abajo. Y con ese follón, Manolo también sufrió lo suyo y no tuvo más remedio que dejar sus obligaciones parroquiales después de más de 40 años. Cura de "pata negra" se titulaba asimismo. Fue empresario y estuvo siempre al lado de la clase obrera. Ya en sus momentos más bajos, la Fundación Marino Gutiérrez Suárez le concedió un premio.

En una de mis últimas visitas, me bendijo el coche y me regaló dos tomos encuadernados de su Hoja Parroquial, que conservo con gran cariño. Al menos un par de veces al año hablo con su hermana Teresa, ambos en la Casa Parroquial de Oviedo.

No obstante el tiempo ya transcurrido, Tere echa de manos Barros, donde hicieron muy buenas amistades. Manolo "vive" en otro mundo, pero lleva una placentera vida en su retiro. Manolo apenas se acuerda "de su ambón" y nunca más ha vuelto a escribir: le echamos mucho de menos, le queremos y nunca le olvidaremos. Fue y es un cura grande y un gran cura.

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