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Grecia o la caza del "Octubre Rojo"

Quiero iniciar este artículo solicitando la benevolencia de los lectores y del propio periódico ya que volver a darle vueltas al embrollo griego puede generar hastío, pesadez y letargo.

Indudablemente, las posiciones que cada uno sostenga en relación a la pugna entre el Gobierno griego y la Comisión Europea (azuzada en tono nada menor por el FMI) son casi siempre predecibles en función del grado de identificación que se tenga con el Sistema Capitalista y con el modelo económico neoliberal. En ese sentido, no tengo por menos que dejar aquí constancia de la esperanza y motivación que en mí produjo el ascenso al Gobierno de Syriza, su firme pulso ante las Instituciones Económicas supranacionales para defender la soberanía de aquél país (con referéndum incluido) y la denuncia que hicieron respecto a unas condiciones para el pago de la deuda incompatibles con el bienestar social del país heleno. Hay que defender que las deudas se paguen pero resulta más discutible que un país deba anteponer el pago de la deuda al desarrollo de unas condiciones de vida dignas para la ciudadanía. De hecho, eso que hoy los economistas y políticos neoliberales tratan de imponer a Grecia fue motivo de condena por parte de sus mismas "corrientes de pensamiento" cuando la Rumanía de Ceauçescu aplicó idéntica receta: exprimir al ciudadano para cumplir con el pago de la deuda externa. Los gobernantes comunistas rumanos, a tenor de los resultados, cumplieron ambos objetivos: liquidar la deuda y sumir al país en la miseria, porque hay que añadir que se puede ser un país cumplidor y mísero o tener una abultada deuda y ser una superpotencia.

Por eso llego a la conclusión de que es la Política y no la Ciencia Económica la que guía a quienes denostaron aquél proceder de Ceauçescu -seguramente con argumentos sólidos- mientras ahora presionan a Tsipras para que actúe de igual modo. Y también desde una perspectiva política considero muy interesante que un día se llegue a saber cuánto ha influido el criterio del Presidente Obama para que Grecia siga en el seno de la UE y de la OTAN (sin sumirse en el abismo absoluto), evitando arrojarla a los brazos de la poderosa y enigmática Rusia de Putin.

No obstante, el soplo de aire fresco de Syriza ha decaído en una especie de asfixiante atmósfera viciada que me lleva a compartir desde estas líneas mi escepticismo sobre la deriva de la dialéctica entre Grecia y los Mercados (a ellos cabe achacar gran parte de las decisiones que se han tomado) y para describir mi estado de ánimo haré referencia a una escena de la película norteamericana titulada "La caza del Octubre Rojo" donde Sean Connery da vida a un capitán de la flota soviética dispuesto a desertar llevando consigo al valioso submarino nuclear que tiene bajo su mando. Con alguna complicidad que otra, lo cierto es que la mayor parte de la tripulación ignora sus planes y cuando en la parte final de la trama son evacuados a un barco americano (quedando Connery a bordo del sumergible) la oficialidad y marinería del "Octubre Rojo" siguen ilusionados las evoluciones del submarino en la creencia de que se bate dando una batalla titánica con su capitán al frente. Vitorean, cantan, lloran? homenajean al heroico navegante sin sospechar que son otros los "juegos de guerra" a los que asisten. No sé muy bien por qué, pero en el tema griego -y en otros varios- últimamente tiendo a identificarme con los tripulantes de aquél "Octubre Rojo". Grecia ha supuesto, al menos para mí, un severo desengaño porque cada día considero más difícil poder hacer valer los derechos de las personas ante los Mercados en el seno de una Europa repleta de mecanismos "de control" sobre las economías nacionales, sobre las Instituciones Políticas de cada Estado, sobre los ciudadanos mismos de cada país. Y además, con una Unión Europea y un FMI que no están dispuestos a la más mínima concesión por los cual pienso que, en Grecia, los progresistas europeos hemos perdido algo más que una batalla. Pero, que nadie me interprete mal? sería profundamente injusto comparar a Tsipras con Sean Connery.

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