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Marcelino M. González

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La inoperancia europea ante la oleada de refugiados

Los acontecimientos se suceden de forma tan vertiginosa que apenas nos dan tiempo para terminar de contarlos cuando ya han cambiado. Justamente el lunes, cuando hablábamos en estas mismas páginas del espacio Schengen o la libre circulación de personas y la eliminación de fronteras en la Europa soñada (una de las principales conquistas de la Unión), Shengen se suspende y las fronteras empiezan a cerrarse o a ser controladas por ejércitos y fuerzas policiales de los principales países por donde circulaban las decenas de miles de refugiados procedentes de Siria, Irak y otros países en conflicto. Los teutones de la Merkel han sido los primeros en hacerlo blindando la frontera de Austria con Babiera e impidiendo la circulación ferroviaria entre ambos países cuando, no hace mucho, habían afirmado estar dispuestos a acoger a medio millón cada año durante cuatro. Al tiempo se reunía en Bruselas los ministros de Interior y Justicia del Eurogrupo por aquello de las cuotas y, como era de prever, lo dejaron para octubre porque cuatro de ellos se negaron a aceptar la parte que les corresponde. No hubo unanimidad. Faltó la unión que los define y que, presuntamente les caracteriza. Mientras que en Grecia e Italia siguen llegando y acumulándose miles y miles de refugiados que claman por su derecho de asilo.

El tratado Schengen contempla en su normativa la eventual suspensión provisional de la libre circulación de personas por su espacio, pero no a las primeras de cambio y con esta cruel rotundidad. De manera que puede afirmarse que Schengen se ha ido al carajo en virtud del problema migratorio que consume al viejo continente, y con él también se van al carajo todas las normas constitucionales que contemplan ese derecho y las de la carta de Naciones Unidas. Al carajo los derechos humanos y al mismo lugar el Derecho Internacional. Lo grave es que esta suspensión no tiene visos de provisionalidad, sino todo lo contrario, porque el problema está ahí. Enquistado. Y crecerá hasta hacerse insoportable para Europa entera. Así que no sabemos a qué esperan los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión para reunirse de forma inmediata y poner coto a esta grave injusticia, haciendo que los países disidentes entren por el aro del asilo político.

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