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Fernando Delgado

La boina, las chimeneas y las montañas de Rufino Roces

El simbolismo de la escultura de Manolo Linares

La escultura inaugurada el pasado domingo en La Felguera para recordar la memoria de Rufino Roces, obra desinteresada de su entrañable, polifacético e íntimo amigo Manolo Linares, está cargada de simbolismo y representa los valores que defendió durante su trayectoria vital este "Ciudadano Ejemplar de Langreo" que nos abandonó hace un año.

La boina que cubría la cabeza de Rufino y que siempre le identificaba allá donde estaba, representa al paisano de palabra, honrado, humilde, leal, buena persona, independiente, trabajador infatigable, comprometido con su pueblo, pacificador, amable, cariñoso, amigo de sus amigos, todo corazón, justo, entregado a los demás, cercano, entrañable, activo, honorable, generoso, emprendedor, altruista, agradecido, desinteresado, escuchante, eficaz, embajador de su tierra y, por lo tanto, ejemplar.

Las chimeneas simbolizan la industria fabril que rodeó siempre la vida y el entorno de Rufino basados en la cultura del trabajo y del sacrificio. A los 16 años comenzó su trayectoria laboral pasando por varias empresas siderometalúrgicas como Duro Felguera, Uninsa y Ensidesa. Las chimeneas de estas fábricas, desgraciadamente, echan ahora el humo en otros lares. Compaginó su actividad profesional con su compromiso social para trabajar en favor de su pueblo apoyando e impulsando distintas iniciativas de índole cultural en su tierra natal y estableciendo puentes de unión con Navelgas, Candás, Ribadesella, Moreda, San Tirso de Abres, Mieres, Panes o Morcín, por citar algunos ejemplos. Rufino amaba La Felguera y fue uno de sus principales embajadores y valedores trabajando siempre desde la sociedad civil.

Las montañas de Asturias fueron su lugar de evasión, disfrute, y de encuentro y diálogo con sus amigos. Gran caminante, recorrió palmo a palmo casi todos los montes del Principado desde el extremo más oriental al occidental. Estaba enamorado de Asturias, de su paisaje y de su paisanaje, lo que le llevó a granjearse la amistad y admiración de muchos habitantes de otros concejos implicados también en iniciáticas sociales y culturales.

Rufino fue un ser humano excepcional. Quienes tuvimos la suerte de ser sus amigos sabemos que el hueco que nos ha dejado es irremplazable, pero a la vez también somos conscientes que su legado personal no ha desaparecido y seguirá siempre vivo mientras permanezca en la memoria de todos aquellos que le hemos conocido y querido.

Ha triunfado como persona y como ser humano y ese sobresaliente "cum laude" que sacó como nota en su particular academia de la vida se basó en conjugar su humildad con su esfuerzo y le ha llevado a alcanzar el éxito y el reconocimiento de su labor como ciudadano ejemplar.

En estos momentos vertiginosos que vivimos actualmente, en los que triunfa la falta de valores éticos, la prepotencia, la arrogancia, el choriceo de meter en el bolsillo propio lo que es ajeno, el nulo o escaso valor de la palabra dada, el hacer lo que contrario de lo que se dice y el obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, debemos reivindicar que triunfen en nuestra sociedad todas las filosofías contrarias a las anteriores que fueron las que puso en práctica Rufino cada día de su vida.

Ha demostrado que es posible el desarrollo de la sociedad civil desde la independencia y sin ocupar ningún puesto político vitalicio como ocurre en una gran parte de nuestros dirigentes que casi nunca se bajan del carro del poder y no saben retornar a sus profesiones habituales porque muchos de ellos solamente tienen como profesión ser políticos profesionales.

En sus últimos años de vida dedicó a su familia todo el tiempo anterior que les debía y les había robado por haber dado prioridad a atender las necesidades de los demás en lugar de las suyas propias.

Cuando le preguntaban qué había hecho para merecer ser ejemplar respondía con humildad que simplemente ser amigo de sus amigos. La mayoría de ellos estuvimos el pasado domingo con su familia en La Felguera para que su boina, sus chimeneas y sus montañas sean un ejemplo a seguir por esos ciudadanos anónimos que construyen las verdaderas intrahistorias de nuestros pueblos de Asturias.

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